martes, 17 de marzo de 2009

LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS ENTRE EL RADICALISMO Y EL PERONISMO PARTE II

Caiga quién caiga

Es un excelente momento para volver sobre el tema.
La crisis económica que aqueja al planeta está poniendo en evidencia cuán autoritarios, y lo que es más grave irresponsables, pueden ser los peronistas en el poder.
Si uno escucha a cualquiera de los líderes sindicales peronistas, que son la mayoría, va encontrarse con este discurso: “Primero la Patria, después el movimiento y por último los hombres”. Es decir que para ellos el Hombre es el último que tiene que beneficiarse con las políticas sindicales, sociales, de gobierno o de Estado.
Hoy esto que parece algo banal, lo vemos claramente reflejado en sus acciones de gobierno.
Si hay que mentir con los datos del INDEC no hay que dudar un minuto, más allá del descrédito internacional y la burla al pueblo que esta desnaturalización conlleva.
Si lo que se necesita es avanzar sobre los fondos de la ANSES porque el país no tiene acceso al crédito internacional, no hay que titubear un segundo, los ahorros de los jubilados que se hubieran podido usar, por ejemplo, para darles un haber digno, los usan para otros propósitos.
Si hay que cambiar las fechas de las elecciones nacionales, más allá de que es una práctica muy común de todos los que están y estuvieron en el poder en la Argentina, para sacar alguna ventaja partidaria, hagámoslo sin vacilar.
Si lo que se necesita es volar una ciudad para encubrir una prueba por el delito de vender armas a un país latinoamericano como Ecuador, perjudicando a otro país con altas relaciones de hermandad histórica como Perú, hay que hacerlo sin pensar un segundo. Agravado todo porque la Argentina era garante de la paz entre estas dos naciones.
Si las pruebas de los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA, donde murieron cientos de personas, hay que borrarlas con la mayor impunidad y sin ningún miramiento ético, es necesario hacerlo por cuestiones de Estado.
Si lo que se necesita es comprar periodistas, medios gráficos, televisivos, radiales o del género que sea para tener menos críticas que mellen el poder, no hay que tener ningún escrúpulo al respecto. Y si hay que cerrarlo, como en los primeros gobiernos peronistas, también vale.
Podríamos escribir un libro con hechos políticos e históricos que relatan la falta total de escrúpulos con que el oficialismo peronista se manejó, y se maneja, en el poder.

La raíz ideológica hegeliana como punto de partida

Esta forma de accionar política sin ninguna duda está fuertemente sostenida, por no decir totalmente sostenida, por el sustento hegeliano que tiene ideológicamente el peronismo.
Releyendo un viejo libro, El Mito del Estado de Ernst Cassirer, donde el autor habla de la influencia de Hegel en el pensamiento político moderno, Cassirer describe con una gran erudición lo nefasto que fue este filósofo para el pueblo que tuvo que sufrir las consecuencias de su pensamiento puesto en acción.
Dí con este libro porque, en mi curiosidad por bucear en el pensamiento de nuestros grandes hombres; sé que Don Arturo Illia lo tenía como uno de sus libros de cabecera y lo leía y releía. Si la Argentina tuvo un gobernante que fue democrático y republicano, ese fue Don Arturo, que transcurrido más de un cuarto de siglo de fallecido, nos sigue iluminando hasta con sus viejas lecturas.
Dice Cassirer de Hegel: “Era un conservador que defendía el poder de la tradición […] No reconoce otro orden ético por encima del que aparece en la costumbre”
Los liberales alemanes consideraban el sistema hegeliano como el más firme baluarte de la reacción política.
Schopenhauer, su opuesto filosófico, veía al sistema metafísico hegeliano como algo indigno y totalmente falto de escrúpulos.
Hegel rechazaba todo ideal “humanitario”, para él no había actos “egoístas y actos “altruistas” sólo era importante el interés personal, fue el antecesor de Nietzche en todo lo que se llamó teorizar sobre “inmoralismo”.
No lo asustaba el sacro egoísmo, concepto que desarrolló con fina agudeza, y que luego fue tan decisivo y desastroso en la vida política moderna.
Desarrolló un culto al héroe, muy relacionado con el culto al Estado, donde el héroe tenía que tener como única virtud el lograr, y mantener, el poder. Su egoísmo, egocentrismo y carencia de escrúpulos eran los motores de la historia.
La psicopatía que sufrían muchos de los dictadores que sometieron a la humanidad, era cosa de, según Hegel dice en su Filosofía del Derecho: “[…] psicólogos lacayos, para quienes ningún hombre es héroe, y no porque no haya héroes, sino porque ellos mismos no son más que lacayos”.
Los líderes peronistas desde Perón a Kirchner, dan cuenta exacta sobre el culto al héroe que Hegel pergeñó.
He conocido a militantes peronistas que tenían grupos de estudio, donde docentes universitarios de filosofía leían a Hegel traduciéndolo directamente del alemán.
Nuestra señora Presidente de la Nación declaró en un congreso de filosofía que ella abrazaba la filosofía hegeliana, a pesar que el filósofo alemán había tratado muy mal a las mujeres en sus escritos.
Pero no sólo el peronismo abrevó en Hegel, grupos de nuestra más alta estirpe conservadora se relacionaron con reuniones donde se analizaba, y estudiaba en profundidad, el pensamiento hegeliano. Muchos de los más conspicuos dirigentes de la desaparecida UCéDe (Unión del Centro Democrático), con la ingeniera María Julia Alsogaray a la cabeza, fueron partícipes de aquellos encuentros.