miércoles, 10 de diciembre de 2008

EL HOMBRE DE LA DEMOCRACIA

EL HOMBRE DE LA DEMOCRACIA

Hoy es un un día muy particular para los que abrazamos una Causa. Hoy hace 25 años atrás un político radical retomaba la conducción del gobierno de la República Argentina elegido por el voto popular.
Ese hombre hizo un cambio cultural fenomenal en nuestra cultura nacional, ese cambio fue un salto cualitativo que nos permitió caminar por un estado que no lo teníamos internalizado los argentinos, que era nada más ni nada menos que el Estado de Derecho.
La Causa que fue la razón de ser de su partido y de su vida, se llamó Democracia.
Hoy, ya transcurrido un cuarto de siglo, Democracia es sinónimo de Raúl Ricardo Alfonsín.

El Alfonsín militante
Alguna vez, allá al principio de la década del ´90 del pasado siglo, charlando con quién fue uno de los dirigentes más conspícuos del entonces denominado Partido Socialista Democrático de la Capital Federal, hoy Partido Socialista, el ex diputado Norberto Laporta me relataba: “Cuando transitábamos las épocas difíciles de la feroz dictadura del Proceso de Reorganización Nacional y los militantes de todos los partidos caíamos presos, era Raúl Alfonsín uno de los pocos que nos redactaba un “Habeas Corpus” y lo firmaba. Uno le puede objetar algunas decisiones de gobierno que tomó, pero nunca nos podemos olvidar del coraje cívico y hombría de bien que demostró Raúl en esos años terribles”

Corría el año 1980, la dictadura todavía estaba con su poder intacto y el terror guardaba a la mayoría de los políticos en el exilio o al calor del pasar desapercibido, del esconderse en un voluntario anonimato que les salvara el pellejo.
Raúl viajaba a cuanto congreso de ciencias políticas se celebrara en el exterior para incrementar su capital cultural, y caminaba por su país buscando una salida hacia la democracia, lo que parecía una utopía inalcanzable.
Unos correligionarios de la zona de Moreno en la provincia de Buenos Aires lo tientan con un acto clandestino en una estación siguiente a la de Moreno llamada La Reja.
El acto estaba pactado para el mediodía de un domingo de enero de ese lejano 1980. Las doscientas o trescientas personas que esperaban al orador principal se impacientaban porque el mismo no llegaba. Demás está decir que no había forma de comunicarse con él, así que había que esperar.
Pasada casi una hora de la determinada para el acto, ven en la calle que corre al costado de las vías del ferrocarril, allá a lo lejos, a dos personas que venían caminando hacia el lugar. El calor era agobiante y a medida que se acercaban los fueron identificando.
Raúl Alfonsín se había tomado el tren desde Chascomús hasta Constitución, de ahí un colectivo hasta la estación de Once, el tren hasta Moreno y como perdieron el transbordo que los dejaba en La Reja, y si esperaban el próximo la tardanza iba a ser mayor, entonces caminaron los cuatro o cinco kilómetros que separan Moreno de La Reja.
Vestido de saco y corbata dió su discurso en ese acto clandestino al que tanto le había costado llegar. Es digno también destacar a quién lo acompañaba, pero en verdad desconozco su nombre.
En anteriores dictaduras fueron memorables sus actos relámpago en pleno centro de la ciudad de La Plata para luego salir corriendo o, como el 2 de abril de 1968, terminar preso en una comisaría de la ciudad capital de la Provincia de Bs. As.
El periodista Fernando R. Pieske en su libro “El Hombre de Prensa”, que relata la vida de Alfonsín como periodista, rescata el siguiente diálogo, en un viaje de Chascomús a La Plata para realizar uno de esos actos clandestinos entre Alfonsín y un colaborador del diario El Imparcial de su ciudad natal. Le dijo a Jorge Nimo:
“Que nos lleven detenidos es una posibilidfad, así que vos, Jorge, tratá de mantenerte a distancia. Al acto lo vamos a hacer, pero alguno –agregó- tiene que seguir atendiendo el escritorio… después de todo de algo hay que vivir…”
Acompañó a los jóvenes radicales en situaciones muy complejas como cuando tuvo que hacerse cargo de los entierros de los militantes radicales Sergio Karakachoff y el ex diputado nacional Mario Abel Amaya.
Desde la revista Enédito, donde escribía con el apodo de Alfonso Carrido Lura, criticó una y otra vez a los gobiernos autocráticos desde 1966 a 1973.
Es uno de los últimos políticos que reinvidicó a los filósofos y pensadores que le dan sustancia noble a este duro arte de hacer política, tan pragmático por cierto y tan pobre de ideas en estos últimos largos años.
Puso en gran parte de sus discursos ese acento krausista que otros grandes políticos latinoamericanos y europeos todavía hoy lo contienen en sus expresiones públicas.
Es el único político que todavía sigue escribiendo, que ha presentado no menos de cuatro o cinco libros de pensamiento doctrinario en la última década. Los demás parece que, salvo algún relato de su gestión, no elucubran muchas ideas.

lunes, 22 de septiembre de 2008

LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS ENTRE EL RADICALISMO Y EL PERONISMO PARTE I

LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS ENTRE EL RADICALISMO Y EL PERONISMO
PARTE I
Producido por Marcelo Luis Tassara

No tengo dudas que es uno de los temas que ineludiblemente tenemos que abordar si queremos realmente llevar adelante la recuperación de la Unión Cívica Radical.
Con bastante preocupación, en innumerables diálogos con militantes radicales llevados a cabo en los últimos años, salvo contadas excepciones, no he escuchado argumentos mínimamente fundados sobre cuales son las diferencias de pensamiento que nos separan del peronismo.
Tener que luchar contra tamaña fuerza movimientista sin tener en claro esto, es como ir a una guerra de última tecnología muñido de un arco y una flecha.
No tengo dudas que es una de las principales causas por las cuales de los veinticinco años de democracia que estamos por cumplir, diez y ocho el peronismo estuvo, y está, en el poder. El no contar con una militancia activa que pueda marcar elocuentemente las diferencias que nos separan de la doctrina justicialista, es una carencia determinante para el logro de un discurso opositor coherente y creíble. Siendo éste el primer paso que nos calificará para ser una ser una opción válida que nos permita retornar al poder.
No voy a hacer un estudio científico de tan vasto y complejo tema, me llevaría mucho tiempo y estoy convencido que desde la experiencia militante, y alguna que otra lectura, puedo hacer un aporte útil y necesario.

Ideas preliminares

Es común escuchar en el pensamiento del hombre común que el radicalismo y el peronismo son la misma cosa salvo que, puestos a gobernar, éstos saben hacerlo y nosotros no.
Que el peronismo sabe ejercer el poder y los radicales somos unos inútiles, que nunca hicimos nada cuando nos tocó gobernar.
Como toda aseveración popular esta ineptitud que nos endilgaron tiene algunos argumentos que son veraces y otros, en mi opinión un porcentaje muy alto, que son totalmente falaces, equivocados y hasta mal intencionados.
Esta creencia, sumada a dos gobiernos radicales que no terminaron su mandato –más allá de las razones que produjeron sus caídas-, hizo que ocurriera un hecho determinante para nuestro futuro como Nación, perdimos la batalla cultural. Nuestras ideas, nuestra visión de la vida, las instituciones, la cultura, la educación, la ciencia, el Estado, etc. fue dejada de lado por el pueblo argentino.
Hubo varias agrupaciones políticas que intentaron rescatar nuestro ideario, pero los fracasos y la falta de proyección nacional fue el resultado. Tal vez haga falta más tiempo y algunas de las hoy vigentes lo logren, pero hoy estamos en un período de transición.
El peronismo tiene una base electoral que ronda el cuarenta por ciento del electorado y un diez por ciento de votantes que según sus intereses particulares y corporativos le da su voto. Haciendo una interpretación muy simple, esto es el fiel reflejo de lo que los politólogos y cientistas sociales denominan POPULISMO. El voto de los más necesitados, cautivo del peronismo, sumado al diez por ciento de los más pudientes.
El voto de la otra mitad, el más difícil de conseguir, está atomizado en decenas de fórmulas poco serias y definitivamente oportunistas en su gran mayoría.
La derrota cultural, y política por supuesto, es tan profunda que uno de nuestros historiadores más conspicuos, de renombre internacional, como es Tulio Halperín Donghi aseverara:
“Ya me acostumbré a la idea de que la Argentina es peronista”

No intento en estos escritos el buscar culpables dentro de nuestro partido, en cuanto a que cuando se llega a una situación así, no sólo en política si no en toda actividad humana, las acciones propias, sin ninguna duda, estuvieron teñidas de errores, de malas interpretaciones, de discursos y conductas equivocadas.
Pero para intentar cambios alguna mención, sin dar nombres, voy a hacer. Si no es mucho más difícil encontrar la senda de la recuperación del partido.
En algún acto allá por mediados de los ochenta, se dijo que había “que peronizar el radicalismo”, lamentablemente estas palabras tuvieron una fuerza incontenible. La eficiencia con que lo hicimos fue magistral.
Tan determinante fue esta “peronización” que el pueblo no nos diferenció más. Ya lo he expresado en párrafos anteriores y en otros escritos preliminares con un poco más de precisión.
Copiamos todo lo malo del peronismo, pero nada de lo bueno. Su solidaridad para con el compañero, su espíritu de cuerpo usado en pos del bien común y el bienestar general, la mano extendida para ayudar al que está pasando un mal momento, etc., etc.
Sí copiamos: el manejo autoritario del poder, el espíritu faccioso (sumado a que ellos sólo lo ejercen para afuera, contra el adversario político, no con el correligionario-compañero), el desmembrarse con sesgo movimientista para ocupar espacios en cualquier lugar con tal de estar y cobrar un sueldo, la competencia en elecciones internas donde sólo se disputan cargos sin discutir ideas, modelos o proyectos diferentes, el hacer campañas sin contenido programático no proponiéndole al votante absolutamente nada, el continuar desde el gobierno modelos económicos ultraconservadores que nos condujeron al caos, etc.
Estos errores tuvieron que ver también con la importación de ideas pseudonovedosas de las socialdemocracias europeas, imposibles de adaptar a la cultura y nivel de desarrollo humano que tenemos en la Argentina. Además de dejar de lado, por pereza o desconocimiento, ideas pergeñadas por pensadores radicales que son muchos más adaptables a nuestra idiosincrasia, y políticamente mucho más democráticas y progresistas, que las mal copiadas por algunos intelectuales y cientistas políticos que poco tienen que ver con el radicalismo. Para dar un ejemplo concreto: Yrigoyen, Sabattini, Lebensohn, Balbín e Illia ya hablaban de democracia social hace muchas décadas atrás.
No se es un genio o un gran intelectual por invertir los términos y decir socialdemocracia.
Además Yrigoyen, Illia y el mismo Alvear, transformaron a la democracia social en algo concreto, tangible, de la mano de sus acciones de gobierno y sus conductas personales. No se quedaron sólo en la declamación discursiva o vacía de contenido.
Este fenómeno de la importación de ideas muy poco aplicables a la realidad nacional y a la doctrina radical, está íntimamente relacionado con las mentes colonizadas que, en general, exhiben nuestros líderes partidarios responsables de las grandes decisiones. Éstos son poco afectos a la lectura y el estudio, sobre todo del pensamiento radical, y están alejados de la militancia al lado del pueblo. Para colmo se rodean de tecnócratas que les venden ideas de actualidad que poco tiene que ver con nuestra doctrina y, lo que es más grave aún, con nuestra forma de vida y con nuestra cultura. Este alejamiento de los problemas del hombre común los deslegitima absolutamente como dirigentes.
Los técnicos (sociólogos, politólogos, economistas, etc.) tiene que apoyar a los políticos –son muy útiles y necesarios-, pero somos nosotros los responsables de delinear el ideario partidario, así como las políticas públicas que van a incidir sobre el bienestar del ciudadano.
No estoy cerrado al advenimiento de nuevas ideas, por favor no lo interpreten así, pero éstas hay que debatirlas y ponerlas al alcance de los militantes en reuniones de comités, convenciones provinciales, nacionales; así como en los plenarios de todos los comités distritales, para seleccionar y discernir cuales se adaptan al radicalismo y cuales no.
¿Cuántos años hace que no tenemos debates de este tipo?
Un partido político sin debate es una entelequia, una organización vacía de contenido, algo que no existe, la creación de algún interés trasnochado.
Don Hipólito Yrigoyen, al que muy pocos correligionarios conocen con algo de profundidad, tenía una frase que resume, y reemplaza, cualquier delirio intelectual pseudoprogresista:

“La democracia no consiste sólo en la garantía de la libertad política; entraña a la vez la posibilidad para todos de poder alcanzar un mínimo de felicidad siquiera”

Además uno de los méritos de Don Hipólito, fue que vivió de la misma forma que actuó en política, materia en la cual los radicales posmodernos tenemos un débito importante.
Durante muchos años se alejó de la vida política y se dedicó a trabajar duramente, lo que le permitió acumular ahorros a los que acudió luego para poder hacer política sin tener que depender de ayudas corporativas. En resumen todo lo dio por la Causa, muy diferente es lo que ocurre hoy.
No existen líderes peronistas que puedan exhibir conductas similares, no hay dirigentes de esa extracción que conduzcan desde la autoridad y no desde el autoritarismo. Obligar a ir a un ciudadano a un acto público pagándole, o dándole la dádiva que sea, es un gesto de un profundo autoritarismo.
Es preferible no analizar el mismo suceso autoritario pero ligado al voto, no resiste la consideración desde ningún lugar del pensamiento democrático.
Estas eran las cosas que a simple vista nos diferenciaban del Régimen. En próximas entregas voy a hilar un poco más fino, a hacer análisis más minuciosos sobre este tema apasionante y determinante para nuestro futuro como partido.

Septiembre de 2008.

lunes, 25 de agosto de 2008

LA UNIÓN CÍVICA RADICAL DE LA CAPITAL ¿Un Cálido Recuerdo?

LA UNIÓN CÍVICA RADICAL DE LA CAPITAL
¿Un Cálido Recuerdo?
Producido por Marcelo Luis Tassara.

“El Régimen de la política del servicio personal y de la exclusión del pueblo en la vida partidaria realiza una selección a la inversa, elimina a los hombres con vocación política y frustra a los que quedan, aniquilando sus aristas ponderables. Sus exponentes parecen fortísimos y son, en verdad, tan débiles, que constantemente deben claudicar en el ejercicio de su ministerio público”
Moisés Lebensohn

La Unión Cívica Radical de la Capital Federal, hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lideró la oposición política durante más de un siglo.

Desde intendentes como José Cantilo, Francisco Rabanal y Julio Saguier hasta el primer jefe de Gobierno con que contó la ciudad, las administraciones radicales fueron un orgullo de nuestro partido y de todos los porteños.

Numerosos concejales radicales, y luego alguno que otro diputado porteño -ya creada la Legislatura-, defendieron los intereses de los vecinos con idoneidad, honradez, pericia, vocación de servicio y espíritu de bien común.

La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue redactada con el aporte invalorable de la mayoría de estatuyentes radicales.

Hoy esa historia, ese prestigio y esa representación política están al borde de la extinción. En la última elección a jefe de gobierno, celebrada el 3 de junio de 2007, los porteños no tuvimos la posibilidad de votar nuestra histórica Lista 3.

¿Con vergüenza?
En las dos elecciones pasadas la del 2003 y la del 2005 los resultados obtenidos habían sido tan magros, que los radicales de la Capital no nos animamos a sufrir otra derrota aplastante, definitiva, vergonzante.

A otros no los frenó el miedo sino los intereses personales. El estar trabajando para el gobierno de turno, o simplemente estar contratado en alguna dependencia gubernamental, los cohibió de apoyar a una lista integrada por radicales, por mujeres y hombres de la Unión Cívica Radical.

¿Sin militancia?
Nos está faltando, o directamente carecemos, coraje, mística, vocación de servicio, espíritu de sacrificio, conocimientos y ganas de hacer política en serio: convenciendo, persuadiendo y sumando conciencias y voluntades libres. En una palabra: nos está faltando militancia.

La militancia desde una estructura estatal, ya sea en el ejecutivo, en el legislativo o el poder judicial, es una práctica mucho más cercana al peronismo o al conservadurismo. La militancia radical históricamente fue desde el llano. Desde comités, ateneos o bibliotecas públicas –que en realidad funcionaban como locales partidarios durante las dictaduras-. Había radicales trabajando en el Estado, pero eran minoritarios.

Esto tiene que ver con nuestra ideología, no somos un partido estatista, somos un partido intervencionista. No necesitábamos el nicho del Estado para sobrevivir. Por eso teníamos libres pensadores que jaqueaban con ideas, talento, brillantez y vocación de servicio a las dictaduras y gobiernos opositores.

¿Sólo con contratos?
Hoy sólo sabemos hacer política de la mano del reparto de contratos que muchas veces son tan efímeros que no perduran ni siquiera el mandato del gobernante de turno. La enorme sangría que sufrió la UCR no fue ideológica o por descontentos políticos, fue una sangría detrás de contratos en la mayoría de los casos.

“Los reclutadores de votos ocuparon el sitio de los políticos, dejando vacante la función pública”
Moisés Lebensohn

¿Sin intemperie?
Los militantes de la UCR no sabemos vivir a la intemperie. Si hoy hubiese una dictadura en la Argentina un gran porcentaje de nuestros afiliados, ex afiliados y simpatizantes activos trabajaríamos para la administración de turno. Jamás soportaríamos la intemperie de hacer la oposición al tirano, nos callaríamos mansamente ante la evidencia de la buena vida conseguida de la mano de la plata silenciante del Estado opresor.

Los radicales de la Capital hacemos política desde la comodidad de los escritorios y los sueldos del Estado. Por eso no hay figuras políticas.

¿Sin sacrificio?
Todos sabemos del enorme sacrificio que hicieron nuestros grandes hombres. Cárcel, torturas, bolsillos vacíos, persecuciones, exoneraciones, vivir en casas ajenas para no ser detenidos, pérdida física de militantes y hasta de familiares, eran algunas de las vicisitudes que tenían que sufrir para hacer política. Por eso tenían autoridad política y personal.

Hoy cualquiera de nosotros saldría corriendo aterrado ante la mínima amenaza de tener que soportar la centésima parte de alguna de esos ultrajes y sacrificios.

¿Sin austeridad?
La vida austera, abnegada, transparente y republicana que llevaron hombres como Balbín, Illia, Sabattini, Larralde y Lebensohn, sólo por nombrar unos pocos, es solamente un lindo recuerdo. No hay un dirigente en toda la Capital que ni siquiera se pueda asemejar a ellos.

¿Sin dirigentes con autoridad? o ¿Ilegítimos?
No tenemos figuras políticas porque el ciudadano que se sintió representado históricamente por las ideas, las conductas y los valores de la Unión Cívica Radical; es una mujer o un hombre pensante, responsable y exigente –cualquiera sea la clase social a la que pertenezca- que hoy no se siente expresado ni contenido por el accionar de nuestra dirigencia.

“Los cuadros activos del partido, en su gestión preponderante, no se dirigieron a la “ voluntad popular” de los argentinos, sino a su “voluntad individual”, subversión y negación democrática”
Moisés Lebensohn


¿Somos conservadores los radicales?
Hemos usado prácticas conservadoras –que es lo mismo que decir peronistas- en las últimas décadas los radicales. Por eso no tenemos legitimidad política. Algunos por ignorancia, otros por conveniencia –los más- usamos herramientas que chocan con lo que el pueblo espera de nosotros.
La gente para votar una copia “trucha” vota al movimiento original; si hubiese radicalismo el pueblo votaría a un partido político: la Unión Cívica Radical.


¿Sin hombres libres?
A la Unión Cívica Radical la apoyaron, y votaron, los hombres libres, los que se sintieron identificados con las revoluciones contra el Régimen que encabezaron nuestros Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen. Los mismos que se sintieron identificados cuando Arturo Illia anuló los leoninos contratos petroleros firmados por Frondizi; o frenó, con la ley de medicamentos, el robo a que se veía expuesto el hombre argentino cuando iba a la farmacia. Éstos, como muchos otros, eran políticos, vivían para hacer política, y no de la política.
La política tiene que servir para mejorarle el nivel de vida al pueblo, no a los funcionarios de turno. Nosotros los radicales somos el partido humanista, nacional y popular que tiene que realizar esta tarea.

¿Se puede hacer política sólo siendo empleado público?
Los hombres que hicieron grande a nuestro partido no estaban permanentemente condicionados por contratos, designaciones o cargos. Decían lo que había que decir, no lo políticamente correcto. Para eso hay que soportar la intemperie cuando se es oposición, si no hay que dedicarse a otra cosa, buscar otros rumbos. Hay infinidad de vocaciones mucho más cómodas y placenteras.

¿Utópico? ¿Ingenuo?
Algunos pensarán que lo escrito es utópico, atemporal, ingenuo y hasta estúpido. Pero si buceamos un poquito en las tres o cuatro últimas elecciones de nuestro distrito, vamos a ver que algunas figuras políticas que en algún momento fueron creíbles, sobre todo de la izquierda, que sin dinero, ni aparato y con muy poca propaganda, obtuvieron entre siete y ocho bancas en la Legislatura de la Ciudad y hasta un par de diputados nacionales.

Los que piensen en la utopía de estos escritos, seguramente serán los que se creen políticos de raza, los pragmáticos a ultranza, los verdaderos hacedores de la “política real”. Demás está decir, que también seguramente pensarán íntimamente que ellos son los verdaderos dirigentes, los mentores políticos e intelectuales de las dos últimas décadas de la UCR posmoderna.

Hay un viejo dicho campestre que grafica bien esta realidad:

“El avestruz nació en el campo, pero no sabe andar a caballo”

¿Los pragmáticos a ultranza, tienen talento político? ¿Cuál fue su legado partidario?
Los resultados hablan por sí mismo, no sólo la ciudadanía porteña nos ha dado la espalda, sino que tenemos un partido anarquizado, desestructurado, desideologizado, sin ideas ni fuerzas espirituales que lo guíen hacia su recuperación. Nadie tiene autoridad para reconstruir, para iluminar, para marcar un rumbo, para pedir que lo acompañen en la tarea de la Reparación.

A partir del 10 de diciembre de este año la UCR no va a tener representación en nuestra Legislatura y es muy probable que ni el senado, ni la cámara de diputados del Congreso Nacional, cuenten con representantes radicales elegidos por el voto de los porteños. Nuestra impericia política es escandalosa. Hemos dilapidado ciento diez y seis años de historia.
Es obvio decir que si por alguna casualidad se filtra algún diputado nuestro por el arrastre de algún extrapartidario salvador en la elección de Octubre, nada va cambiar, sólo será el efecto de un arrastre.

¿Qué hicieron?
Hay dirigentes que durante más de veinte años ocuparon cargos públicos de importancia. Ministros, secretarios de Estado, diputados nacionales, senadores, concejales, legisladores, etc. y hoy ninguno de ellos puede encabezar nuestra Lista 3 porque el resultado sería bochornoso. ¿Qué hicieron durante tantos años de gestión? ¿A qué se dedicaron cuando ejercieron los cargos? ¿Hicieron gestión? ¿Y si la hicieron fueron tan ineficientes?

Como decía Arturo Illia ”todos somos culpables, pero algunos lo son más que otros”. Creo que llegó el momento de bajarnos de la soberbia que nos caracteriza, analizar seriamente los errores cometidos y empezar de nuevo.

¿Sirven los aparatos partidarios? ¿Y los individualistas a ultranza?
Basta de salvaciones individuales y búsqueda de caminos alternativos.
Los “aparatos partidarios” quedó demostrado que, para el voto que nosotros pretendemos, y podemos, captar, no sirven para nada. Las elecciones del 2003 y 2005 son una prueba concluyente, determinante y categórica de ello.

Los que estén dispuestos a cruzar el desierto serán bienvenidos. Hacer política requiere, entre otras tantas cosas, sufrir los efectos de la intemperie. A los políticos con vocación no les importa sentirse desguarnecidos, indefensos, desamparados. Los que no lo soporten, no sirven. Hay clubes de señoritas que los pueden albergar en sus comisiones directivas o despachos oficiales de cualquier gobierno que los pueden cobijar.

Los que sigan pensando en su bien personal, los que especulen pensando que sus ganancias privadas los limitan en la noble tarea de ejercer un cargo público o los que le temen al desamparo de la lucha fuera del calor de los despachos gubernamentales, que se abstengan. Hay cientos de miles de empleados públicos en la Argentina, faltan políticos radicales, están casi extinguidos.
La Unión Cívica Radical necesita de dirigentes con el coraje, la honradez y la idoneidad necesarias para que este glorioso partido vuelva a ser oposición y una opción de poder democrático. Que quede bien claro: coraje, honradez e idoneidad.

¡¡¡Ellos tenían coraje político y libertario!!! ¡¡¡Y votos genuinos!!!
En los tiempos duros de la dictadura peronista hubo cuarenta y cuatro diputados radicales que defendieron la democracia y la libertad desde sus bancas. Sólo quedaron doce, los demás terminaron presos o exiliados.

No había cargos en ningún lugar del Poder Ejecutivo, pero la UCR siguió viva luchando por su honor y el del pueblo. Este pueblo, el de los hombres libres, tenía la posibilidad de sentir el calor que vivificaba sus corazones sólo cada dos años. Ese calor se los daba el poder poner en el sobre eleccionario la Lista 3 de la Unión Cívica Radical.

Había representantes legítimos, que no es lo mismo que legales, que les aseguraban la defensa de su Libertad, de su dignidad republicana. Algunos de ellos murieron en las tribunas gritando a los cuatro vientos su ideario radical.
Miles de ciudadanos los acompañaron tristes en sus entierros, sabiendo que con su desaparición se moría un pedazo de República. Con ellos desaparecían las mentes libres. No había discursos políticamente correctos, se decía lo que había que decir para defender ideas.
Hoy el panorama de pensamiento partidario es sólo de mentes colonizadas. Sólo de, valga la redundancia, mentes colonizadas.

¿Honor?
Si queremos la recuperación del partido vamos a tener que recrear algunas de éstas actitudes y aptitudes. Vamos a tener que volver a sentir el Honor de pertenecer al más viejo de los partidos nacionales que perduraron en el tiempo de los argentinos. Tenemos que recuperar, aunque sea en niveles aceptables, la virtud republicana.

No puede ser todo: individualismo, egoísmo, mediocridad, tilinguería, pacatería, “toma y daca”, comodidad, facilismo, reduccionismo intelectual, conformismo, irresponsabilidad, mitomanía, discursos sin contenido alguno y sólo políticamente correctos, contratos, clientelismo y pobreza ideológica, doctrinaria o como querramos llamarla. Todo artilugio posmoderno nos llevó a estar donde estamos.

Si no va a pasar lo que decía el saludo final de las pocas solicitadas que nos publicaron durante la última dictadura, seremos sólo Un Cálido Recuerdo.


“La política del servicio personal desjerarquiza y desprestigia al sufragio y desjerarquiza todo lo que de ella parte. Los ciudadanos dejan de ser tales, en el concepto cabal del vocablo, para transformarse en meros votantes”
Moisés Lebensohn

Es imposible hacer radicalismo sin radicales. Pero sí es factible hacer radicalismo sin sellos, ni aparatos, que así lo (des)habiliten.*

Julio de 2007.

*cualquier mención al radicalómetro abstenerse: es vieja, decadente, poco creativa y pusilánime.

miércoles, 16 de julio de 2008

La Unión Cívica Radical y su futuro político

La Unión Cívica Radical y su futuro político.

Producido por Marcelo L. Tassara

Breve reseña histórica.

La creación de la UCR en la última parte del siglo XIX tuvo que ver con una crisis parecida a la actual, a grandes rasgos excesos en la emisión de moneda llevaron al país a una pésima situación socio- económica. A esto se sumaba una gran corruptela del gobierno de turno que, encabezado por Juárez Celman, había roto con las reglas éticas que toda dirigencia debe exhibir ante la sociedad.

Hombres como Leandro N. Alem, Hipólito Yrigoyen, Aristóbulo del Valle, José M. de Estrada tal vez no pensaran ideológicamente de la misma forma, pero tenían valores que hoy escasean en la gran mayoría de nuestra dirigencia. Estos hombres tuvieron la voluntad, la inteligencia, el talento y la decisión de crear algo nuevo, algo que, aunque luego muchos claudicaron, dos décadas y media después logró llegar al poder máximo de la Nación para producir un cambio sustancial en la política nacional.

Ellos lograron por primera vez que un gobierno elegido por el pueblo (palabra que tenemos que volver a usarla porque es mucho más representativa que la palabra gente), a través del voto secreto, obligatorio y universal; signara los destinos de la República.

Diagnóstico de la situación actual.

Luego de la infructuosa caída, por llamarla de alguna manera, del gobierno de De la Rúa, el panorama político que tenemos que afrontar los radicales es de una negrura muy profunda, casi sepulcral. Es la segunda vez, desde que se reinstauró la democracia en el año 1983, que un gobierno radical tiene que dejar el poder antes de vencido el período que la Constitución lo habilita para ejercerlo.

El gobierno que espiró el 20 de diciembre pasado, poco tuvo que ver con la concepción histórica, ideológica y filosófica para lo que fue creada la UCR. El nuestro es un partido antropocéntrico, humanístico, dónde, redundando para ser bien elocuente, el hombre es el destinatario central de nuestra acción política.

Mucha gente, en su desconocimiento, dice que las doctrinas peronistas y radical son parecidas, puede ser que algunas visiones que tienen que ver con lo social, hagan que superficialmente lo parezcan. Pero haciendo un análisis un poco más profundo, y si queremos salvar al partido vamos a tener que pensar muy profundamente, se acabó el pensamiento "liviano" en los difícilísimos tiempos que vivimos; poco tienen que ver la una con la otra.
A nuestro partido lo comenzaron a nutrir ideológicamente dos profesores de filosofía como fueron Alem e Yrigoyen, el primero desde su pensamiento kantiano de firmes valores éticos y morales, el segundo desde el krausismo con valores similares dónde por ejemplo la educación era un valor superior a llevar adelante como política de Estado, como factor de superación y movilidad social. ¡Que lejos estamos hoy de esta premisa fundamental!, ya ni siquiera desde lo ético o moral, sino desde el más crudo pragmatismo, porque todos sabemos que los países desarrollados, sin excepción, apostaron a la educación para seguir el rumbo correcto hacia el desarrollo.

Mientras que el peronismo siempre fue un partido con bases filosóficas hegelianas dónde el Estado está por sobre todo, si queremos un ejemplo claro de esto leamos o escuchemos cualquier discurso de un dirigente peronista o un sindicalista de la CGT, dónde vamos a escuchar decir: "primero la patria, segundo el movimiento y por último los hombres ". Nosotros los radicales, aunque lo tenemos muy olvidado, pensamos que la patria tiene fundamentalmente que ver con el bienestar de los seres humanos que la habitan, si esos hombres, mujeres y niños no tiene ni siquiera sus necesidades básicas satisfechas, la patria es sólo mera geografía.
La famosa frase de Yrigoyen al Presidente Hoover ”Los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos son sagrados para los pueblos”, resume muy bien nuestra filosofía política.

Si desde una función de gobierno no podemos mejorarle la calidad de vida a nuestro pueblo, en nada nos diferenciamos de un gobierno conservador. Un primer ministro inglés dijo por allá a fines del siglo XIX que, "un gobierno conservador no es nada más que una hipocresía organizada".

Este partido hoy con serias posibilidades de extinguirse, fue la única expresión de un liberalismo en serio en la Argentina. Que quede bien claro, estoy hablando de liberalismo y no de conservadurismo, ya que de esto sí tenemos innumerables expresiones políticas en nuestro país, el peronismo entre ellas. El liberalismo como expresión progresista, de defensa de las libertades públicas, la igualdad ante la justicia, la redistribución del ingreso y el intervensionismo estatal (que no es lo mismo que ser estatista) para que pueda existir una real libertad de mercados, que en serio promueva la competencia y no el reinado de los monopolios y oligopolios.

En una palabra el Estado al servicio del Hombre y no como un instrumento de coacción del poder económico para esquilmar al pueblo. El Estado moderno, en los países democráticos, fue pensado como una herramienta para la defensa y protección del ciudadano ante el poder corporativo. Esa fue la concepción política histórica del radicalismo, el Estado para enaltecer la condición humana, no para denigrarla.
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Lamentablemente ese conservadurismo está fuertemente instalado en las entrañas más profundas de nuestro partido, hecho que lo ha hecho perder no sólo caudal electoral, sino poder social. No tenemos, o hemos rifado, el verdadero poder que tiene un partido político que es la fuerte adhesión de ciertos sectores de la sociedad. La clase media que históricamente apoyó al radicalismo hoy nos detesta profundamente.

Ese conservadorismo ha inmovilizado a las estructuras del partido y ha destruido el espíritu militante de su gente. Para qué ir a un comité, o a un plenario, o a las reuniones de la convención del partido en cualquiera de las circunscripciones; si hay un discurso único. Hay que apoyar incondicionalmente, los grandes dirigentes tienen la verdad, no hay nada que discutir, hay una única verdad, se acabaron las ideologías, los hombres no piensan más, hay que ajustar, ajustar y ajustar. Así estamos vaciados de ideas y fuertemente cuestionados por todos los sectores de la sociedad. La reconstrucción será difícil y de algo tenemos que estar seguros, lo que nosotros no hagamos, lo que no evolucionemos, alguien lo va a hacer. Y si ese alguien tiene llegada a la sociedad será nuestro natural reemplazo.

Este es un partido cuya vida ocupó más de la mitad de la historia de la Nación, fue un partido revolucionario que produjo cambios fundamentales en nuestra vida política; ocupamos seis veces la Presidencia de la Nación, nuestros pensadores nutrieron con ideas de lujo los documentos, leyes, decretos o doctrinas políticas que rigen los destinos de la República. Hoy estamos reducidos a una fuerza anémica, sin prestigio, sin rumbo y sin ideas.

Los intelectuales, políticos, profesionales y militantes que otrora nutrieron al partido de sentido social, humano, político e intelectual fueron de la más alta erudición y honorabilidad. Tenían un profundo sentido republicano, lo que se traducía en la acción a través de una vocación de servicio que conducía inexorablemente a la obtención del bien común. En los días que corren este rumbo se ha desviado y el único bien a dónde se apunta es al bien personal, por supuesto que con un montón de excepciones que son las que, de alguna forma, sostienen lo poco que queda de partido y de sistema democrático.

Alguna vez los radicales tuvimos como rumbo a seguir, ya reinstaurada la democracia, algo así como lo que nuestros pensadores definieron como la "ética de la solidaridad", que tal vez visto desde el pragmatismo imperante parezca una utopía y hasta una ingenuidad superlativa, ¿pero hoy cuál es nuestra línea de acción política?, ¿para qué hacemos política?, ¿cual es la razón por la cual tenemos que seguir existiendo?, ¿qué le podemos ofrecer a la sociedad?. Esto es fundamental tenerlo muy claro, no existe partido que gobierne o haya gobernado bien en el mundo que no tenga en claro cuál es su ideología, hacia dónde quiere ir, cuál es su meta. Con esto no quiero decir que lo ideológico no sea dinámico y que los partidos tengan que modernizarse, pero si no hay una noción clara de cuál es el rumbo, pasan las cosas que pasaron.

Es común escuchar en esta última década y media que, de la mano de los ideólogos neoconservadores (observar que digo ideólogos), se dice que se acabaron las ideologías y significativamente hablan del "último hombre". Decir que las ideologías se terminaron es como decir que el hombre no piensa más, es condenarlo a vivir cohesionado por las leyes del mercado, es volver al “estado de naturaleza”, a la ley de la selva, al hombre de las cavernas, a tirar por la borda más de dos siglos de luchas sociales. Es un insulto a la inteligencia humana.

Para nosotros es como decir que Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Larralde, Illia, sólo por nombrar a algunos, eran unos estúpidos que se deliraron trabajando por lograr el desarrollo humano del pueblo.
Una de las causas fundamentales de las cosas que ocurrieron tienen que ver con el reduccionismo intelectual que sufrió nuestro partido a partir de su conservadorización, hay dirigentes que leyeron sólo los títulos de algunos libros y dijeron que se habían acabado las ideologías, que todo tenía que ser lineal y la política sólo sirve para administrar, ni siquiera eso pudimos hacer bien, el presupuesto del Estado y que sus cuentas estén en equilibrio.

Gobernar es muchísimo más complejo que administrar (esto lo puede hacer cualquier experimentado y eficiente contador), para gobernar bien se necesita por lo menos algo parecido a un estadista . Un estadista tiene que saber de economía, sociología, derecho, psicología, gerenciamiento gubernamental, cultura, educación y otros tantos saberes que lo hagan tener la capacidad de análisis, el pensamiento estratégico correcto y la capacidad de tomar decisiones que conduzcan al país hacia rumbos de grandeza.. Además tiene que tener un equipo de excelencia que lo acompañe, no que lo siga, con la suficiente capacidad de crítica como para señalarle en qué se puede equivocar y cuál es el camino. De más está decir que este señor estadista entre tantas virtudes hay una que no puede dejar de tener, tiene que ser un gran escuchador, hemos hablado mucho y escuchado poco los radicales en los últimos tiempos..

Este hombre que parece difícil de encontrar en el universo político argentino actual, lo tienen países como Brasil, Chile y Uruguay por nombrar algunos de los más cercanos. Nuestro partido produjo algunos de estos hombres, Yrigoyen e Illia son un ejemplo elocuente, pero esa aparición no es sólo consecuencia de un hecho fortuito o de generación espontánea; el tener un estadista es la consecuencia de trabajar en la dirección correcta durante muchos años. Es tener un sistema de selección eficiente de los candidatos y funcionarios que van a ocupar los diferentes cargos, ya sea a nivel municipal, provincial o nacional.

Se necesita todo un partido en sintonía para lograr tener un gran director de orquesta, no se puede inventar o improvisar. En esta carencia también está la mano de los que conservadorizaron la Unión Cívica Radical. Dice Kurt Lenk en su libro "El concepto de la Ideología" : "Muy pocos espíritus libres pueden soportar la verdad; para la masa, en cambio, son indispensables el mito y la mentira consoladora", este camino expresado en esta corta frase es el que recorrimos en estos últimos años.

Se subió al más alto peldaño de la política nacional, sin un programa de gobierno, sin plan económico, sin equipos, si los hubo en algún área fueron pocos, que supieran mínimamente cuál era el rumbo a seguir, qué era lo que había que hacer, se improvisó todo, la irresponsabilidad fue el signo de nuestro gobierno. El fin de esta improvisación fue Cavallo Ministro de Economía, así nos fue..

El llegar al poder fue un fin en sí mismo; después gobernar de alguna forma lo íbamos a hacer, somos demasiados capaces los radicales como para no sortear tamaña pavada.

Para evitar que, si alguna vez volvemos a ser gobierno, ocurra esto de nuevo tenemos que producir un cambio profundo de nuestra concepción política y reformas estructurales dentro del partido. Este cambio es muy difícil hacerlo por qué va a necesitar de renunciamientos y grandezas que, creo, ninguno de los que tuvieron responsabilidad directa en el mal rumbo seguido vayan a asumir. Pero alguien tiene que por lo menos decirlo. Algo sí está claro, si el cambio no se produce será muy difícil salir del coma cuatro en que está sumida la UCR. Seremos un partidito de entre el 5 y el 10% de los votos, sin destino y sin poder de decisión sobre la historia a venir.

Algunas propuestas para el cambio.

I) Participación

Como primera acción hay que organizar foros de debates para escuchar a los militantes de base , de dónde salgan ideas originales para ver hacia dónde puede estar el cambio.


II) Autocrítica

Está claro que para refundar el partido hacen falta mucho coraje y honestidad intelectual para asumir culpas; y mucho talento e inteligencia para reinterpretar a la sociedad, y pensar en como se cierran las heridas que abrimos en la trama social, y cuál es la nueva propuesta.
Los maquillajes ya sabemos que son irreproducibles y obsoletos, la sociedad se cansó de los gatopardismos, y un intento de volver a recrearlos es el suicidio político definitivo.

III) Reempadronamiento

Luego de producido este diagnóstico, hay que reempadronar en todo el país, saber exactamente con que contamos realmente, cuantos y quienes somos en cada distrito.

IV) Actualización doctrinaria

Como paso siguiente hay que volver a discutir nuestra doctrina, que somos los radicales, para qué nuestra acción política, en dónde estamos parados en lo cultural, en lo científico, en lo educativo, en lo social, en lo económico, etc..

V) Contenidos de campaña

Hay que determinar si tienen sentido seguir existiendo, si tenemos una propuesta seria para la sociedad, del porqué la gente tiene que votarnos, qué le vamos a cambiar si algún día volvemos al gobierno. Ya no hay espacios para esloganes vacíos y marketineros, eso es, por suerte, tiempo pasado y muy triste, hoy tenemos que volver a ser serios y trabajar duramente en propuestas viables; tenemos la casi imposible misión de volver a ser creíbles.
Vamos tener que decirle al pueblo argentino que no sólo podemos volver a ser una opción electoral, sino un instrumento genuino, para que ese pueblo pueda tener expectativa de una vida más digna, de volver a tener futuro.

Si no podemos llegar a estas definiciones conceptuales básicas no vale la pena seguir adelante, no hay destino posible, sólo seremos una entelequia con pretensiones electorales.

Para ser muy pragmáticos, la lupa con que el electorado visualizará a cada uno de los candidatos y propuestas de cada partido en las próximas elecciones será gigante, sino cambiamos sustancialmente sólo tendremos eso, pretensiones electorales.

VI) Criterios de idoneidad

Una vez de hecha esta enorme tarea, que llevará mucho tiempo, de ver cuantos somos, que es lo que queremos, que proponemos y cómo lograrlo; hay que formar los cuadros para que se pueda bien gobernar el día que se vuelva a tener la oportunidad. El partido va a tener que tener un ámbito de formación de esos cuadros, que no sólo tiene que servir para la formación, sino para la selección de los más capacitados para ejercer tareas de gobierno.

VII) Planificación

Además de ese ámbito tendrán que salir los programas de gobierno y los proyectos para hacer que este país vuelva a tener un destino.

El último gobernante que tuvo un plan integral fue Arturo Illia, han pasado treinta y nueve años y nadie a trabajado en serio en un proyecto de esta dimensión, creo que un comentario al respecto es de tanto obviedad que es preferible no hacerlo.

VIII) Buscar un nuevo sistema para la elección de candidatos

La última misión que tendremos que asumir es el cambio del sistema en la elección de los candidatos para cargos electivos y partidarios, las soluciones son muchas y variadas, pero hay que elegir alguna que asegure la renovación de los dirigentes también sin gatopardismos, la enorme lupa de la sociedad lo detectaría inmediatamente.

Si los radicales podemos hacer estos cambios en medio de esta profunda crisis que vivimos, las crisis siempre son una oportunidad, podremos con el tiempo volver a ser una opción de transformación social, de que los argentinos podamos volver a tener una esperanza de un destino más promisorio.

Si no podemos, tal vez sólo nos transformemos en esa frase que marcó una forma de comunicarnos en la noche negra de la dictadura más cruel que vivió nuestra sociedad. Espero que esas tres palabras, con que se concluía, como saludo para identificarnos, las pocas solicitadas que los radicales pudimos publicar en la prensa de esa época; no se conviertan en algo definitivo en la historia argentina, Un Cálido Recuerdo.

Marzo de 2002.

lunes, 9 de junio de 2008

Crisólogo Larralde: un político radical en quien reflejarse II

Vamos a seguir con Don Crisólogo. Con su enorme vocación de servicio, con su permanente lucha por la búsqueda de ideas que emanaban de sus sistemáticas lecturas y su caminar entre las mujeres y los hombres del pueblo. Dialogando con todos e interiorizándose de los problemas que lo aquejaban.
Para hablar de las ideas de un político no hay nada más directo que expresarlas taxativamente. Bucear en los documentos, y seleccionar de ellos, lo que uno cree que mejor representa el pensamiento vivo del tribuno.
Larralde tuvo la virtud de luchar siempre por la unidad del radicalismo. Su sufrimiento fue extremo cuando, en la Convención de Tucumán de 1956, el radicalismo irremediablemente se dividió.
Hoy, cuando sólo se habla de dólares, euros, retenciones, o si "Buenos Aires va a empezar a trabajar o no" o a quién voy a desalojar para hacer tal o cual negocio. Si nuestra Presidenta hizo compras de no sé cuantas joyas, o qué propina dejó en el país extranjero visitado; las IDEAS son escasas. Aquí algunas de las que expresaba Don Crisólogo:
En declaraciones de febrero de 1945 en Avellaneda decía:

"Estamos sufriendo aquí la peste del descreimeinto, de la falta de fe en el hombre y en la idea. Dicen que es cosa del tiempo y del mundo; de este mundo donde todo se pesa, se mide, se vende y se compra; sin excluir al hombre y a la idea"
¡Que actual! ¿no?

En Rosario, Provincia de Santa Fé, durante la campaña política de 1954, expresó:

"Los radicales no le vamos a hacer al presidente una carrera demagógica. Nosotros no estamos contra el capital. Porque el capital como acumulación de dinero no es más que acumulación de trabajo. El dinero no es más que la traducción económica del valor del trabajo. El capital es necesario para financiar la producción y desarrollarla, tanto en los países de economía estatal como Rusia, como en los de economía privada como Inglaterra, Francia, EEUU, Argentina, etc. Pero estamos contra los excesos del capital. Es como si reconociéramos que siendo bueno el alcohol es funesto el alcoholismo. Nosotros sabemos que el capital, obediente a su ley constitutiva, no busca otra cosa que la ganancia, que coloca la obtención de la utilidad por encima de la moral, que cuando puede engrosarse honestamente lo hace y cuando no, lo hace lo mismo. El capital coloca la obtención de la utilidad y del beneficio por encima de la libertad, porque si puede acumular en libertad lo hace y si no, lo hace acomodándose con las dictaduras. Lo coloca por encima de la justicia y por encima del derecho, porque cuando puede realizar sus fines de crecimiento hipertrófico dentro del derecho y al amparo de la justicia, lo hace allí, pero cuando no, lo hace a pesar de la justicia y violando las leyes del derecho.
[...] Queremos entonces una revisión del ordenamiento capitalista. [...] Queremos que las palabras "revolución social" de que ha hablado el presidente de la República, se conviertan mediante nosotros en un hecho generoso y positivo para bien de todos. Queremos hacerlo sin sangre y sin rencores, como aquí se dijo, no a favor de un partido, sí a favor de un pueblo; queremos anteponer a los privilegios económicos, el derecho del individuo, pero nada vamos a poder realizar, absolutamente nada, si primero no conseguimos el arma más importante, que es el que todas las dictaduras niegan. [...] Nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve, que hay derecho de comer por el derecho de haber nacido; que hay derecho de comer para conservar la vida; para enoblecerla con los actos de cada mañana y de cada tarde, pero no vivimos para comer, precisamente, sino a la inversa. No pensamos en la libertad como el marxismo, ni como el facismo, ni como el peronismo. Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios".

En 1945 en Avellaneda hablando de los "Antecedentes de la política social Argentina" expresaba:
"[...] De la labor de la Secretaría de Trabajo y Previsión no quedarán sino discursos, porque el bienestar de la clase trabajadora, la democracia económica no podrá fundarse sino sobre la base de un profundo estudio de la realidad nacional, que aún no se ha hecho.
[...] Para finalizar, afirmamos que debe ser devuelta su libertad a la clase trabajadora y reintegrada su representación a los sindicatos auténticos creados por ella misma y no por la dictadura. Yrigoyen no creó una organización sindical gubernista, para servir ambiciones personales; muy por el contrario, estimuló la agremiación y la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), que en el año 1915 tenía en su seno 51 sindicatos con 20.521 cotizaciones - Nota del autor: afiliaciones-, llegó en diciembre de 1920 a contar con 734 sindicatos y 700mil cotizaciones."

miércoles, 23 de abril de 2008

Crisólogo Larralde: un político radical

Crisólogo Larralde: un político radical en quien reflejarse.

Este referente de la política que apunta a la lucha por el bien común, había nacido en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en el año 1902. Ocupó casi todos los cargos partidarios hasta llegar a ser presidente del Comité Nacional en un momento difícil como fue la división del partido en el año 1957.
Fue candidato a gobernador de su provincia y a vicepresidente de la Nación en el año 1954. Pero no quiero en estos escritos hacer un relato biográfico de Larralde, sino contar su perfil humano y político.
Es otro intento desde estas páginas de recrear el pensamiento radical, ese que está guardado en el cajón de los trastos viejos, ese ideario que hoy la República necesita como nunca, imperiosamente.
Crisólogo es uno de los tantos modelos a imitar, tenemos que volver a recrear a estos hombres de carne y hueso a los que no hay que idealizar como seres elegidos, sino solamente rescatar la pasión y el interés comprometido, y desinteresado, que pusieron en defensa del partido y el país.
Había nacido en un hogar humilde y sabía, según sus propias palabras, lo que eran: "el hacinamiento en una sola habitación de madera y la promiscuidad de los inquilinatos".
Pero la adversidad no lo frenó. Mezcló entre sus tareas para sobrevivir, la de ayudante de herrero, aprendiz gráfico y juntador de maíz. El periodismo lo ayudó a pulir sus ideas y solventar sus gastos.
Fue progresando lentamente y se transformó en un referente dentro de la UCR y la Nación.
Las bibliotecas anarquistas y su deseo incansable de elevarse fueron su rumbo, su motivación.
Era un militante de gran altura espiritual, aptitud hoy casi inexistente en la política argentina.
Fue un dirigente que basaba su poder en su autoridad personal que había construido dando ejemplos palpables de su vocación democrática.
No se manejaba dando órdenes, sino que conducía dando ejemplos.
Hay un detalle que describe la altura de su autoridad: el 24 de octubre de 1957, durante la Convención Constituyente que estaba reformando la Constitución del 49, se tenía que votar la inclusión del artículo 14 bis, en el que tuvo una gran influencia en su redacción, él no era constituyente. Sabía que había algunos convencionles radicales no demasiado convencidos del agregado del artículo. Don Crisólogo se sentó atrás del bloque propio como garantía por si había algún distraído que no respetara lo consensuado partidariamente. Nadie se corrió un milímetro, se votó lo pactado.
¡Que lejos estamos hoy de un dirigente de estas características! No eran seres providenciales, ¡tenían conducta!
Don Crisólogo caminaba su provincia y la geografía nacional y se capacitaba. Tenía una biblioteca personal de varios miles de volúmenes, "todos leídos" como a él le gustaba decir.
Leía y elaboraba, pensaba en las salidas políticas que le podía dar a su pueblo para que pudiera vivir mejor.
No le gustaba, cuando daba un discurso, que el pueblo lo aplaudiera demasiado, los interrumpía y les decía que no era necesario "pues estamos estudiando".
Su visión del peronismo nunca fue "gorila", ideológicamente tenías enormes disidencias con ese movimiento popular y luchó enconadamente contra él, pero el famoso 17 de octubre de 1945 dijo: "me vi caminando entre ellos". Luchó desde las ideas contra el régimen peronista, pero entendía la reivindicación social que, desde algún lugar, el pueblo necesitaba.

domingo, 30 de marzo de 2008

EL KRAUSISMO: FILOSOFÍA POLÍTICA DE LA LIBERTAD.

Producido por Marcelo Luis Tassara.


Breve reseña histórica

Ya cumplido más de un lustro desde el advenimiento del siglo XXI y la Argentina habiendo entrado en la tercer década luego de la instauración de la democracia, es bueno recordar una de las raíces filosóficas que permitieron que el primer gobierno elegido por el voto secreto, obligatorio y universal –luego de 1912 cuando fue promulgada la Ley Saenz Peña- llegara al poder.
El primer presidente que asumió bajo condiciones de elección realmente democráticas fue el Dr. Hipólito Yrigoyen que, en representación de su partido, la Unión Cívica Radical, asumió la presidencia de la Nación el 12 de octubre de 1916.
Pero no es propósito de este artículo hacer historia sobre la democracia argentina, los presidentes argentinos o los partidos políticos. La idea de este escrito es bucear sobre el principal filósofo que tuvo influencia sobre Yrigoyen, y muchos políticos que lo acompañaron o sucedieron, así como sobre otros estadistas, políticos, educadores y pensadores de nuestra América Latina –el uruguayo Batlle y Ordóñez y el cubano José Martí entre tantos otros-.
Karl Christian Friedrich Krause nació en Eisenberg, una pequeña ciudad turingia que en aquel entonces pertenecía al Ducado de Alternburg –hoy Alemania-, un domingo 6 de mayo de 1781. Su padre, el pastor protestante Johan Friedrich Gotthard Krause, era profesor en la escuela de Eisenberg.

Este filósofo alemán, como muchos otros de esa época, fue quedando a la sombra de los grandes Kant, Fichte, Schelling y Hegel, pero la importancia de su obra filosófica no puede ser olvidada porque fue determinante en el rumbo histórico y político de la España de los siglos XIX y XX, y de América Latina, la Argentina en particular, en el mismo período.
Krause estaba dotado de conocimientos y capacidades muy diversas. Poseía una formación tan amplia que sus saberes iban desde la música a la lingüística, desde el derecho a las matemáticas, pasando por el arte y la pedagogía. Fue tanta su erudición que creo un verdadero “sistema filosófico” como se estilaba durante su época, en la cual el idealismo romántico fue un pensamiento muy difundido en lo que a filosofía se refiere.
Para el idealismo la construcción de un sistema filosófico era una verdadera necesidad, ellos no concebían a un pensador que pensara sobre los grandes temas en forma aislada de un todo. Un sistema filosófico era una verdadera estructura conceptual, cuyos componentes se interrelacionaban armoniosamente; hasta la más pequeña definición tenía que ver con un pensamiento de conceptualización superior.
Fue a través de dos krausistas belgas Ahrens y Tiberghien, cuyos textos habían sido traducidos al español, que llega esta corriente de pensamiento a América Latina. Luego el llamado krausismo español, cuyos principales exponentes son Sanz del Río, Giner de los Ríos y Azcárate, tuvo una gran influencia entre los adherentes americanos.
La revolución republicana de 1968, que viabilizó la creación de la I República española el 11 de febrero de 1873, estuvo fuertemente teñida de ideas de pensadores, intelectuales y políticos krausistas, algunos de ellos, luego de caída la República en 1874, crearon el Instituto de Libre Enseñanza en Madrid. Ese núcleo de intelectuales, años después, tuvo una marcada influencia en la creación del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), que ya en el siglo XX llega al poder, a principios de la década del ‘80, de la mano de Felipe González.

Cuales son las bases conceptuales del pensamiento krausista.
Educación
En España en las últimas dos décadas se han hecho numerosos nuevos estudios sobre el krausismo.
El profesor de filosofía de la Universidad Pontificia de Comillas –Madrid, España- Enrique M. Ureña, que es además director del Instituto de Investigación sobre Liberalismo, Krausismo y Masonería de la misma universidad, es uno de los investigadores más prolíficos sobre Krause y el krausismo. Tiene una escrita una biografía sobre el filósofo titulada “Krause, el educador de la humanidad”(1991), el título de este libro es en sí mismo un enunciado muy significativo de la doctrina krausista. Este filósofo tenía la convicción que las sociedades se perfeccionan, alcanzando mejor calidad de vida, cuando avanzan en sus niveles de educación y cultura.
En su libro más conocido, “El Ideal de la Humanidad para la Vida” que finalizó de escribir en 1811, él expresa con claridad estas ideas pedagógicas. Las preocupaciones de Krause por la pedagogía fueron muy profundas tanto en lo teórico como en lo práctico; Richard Vetter en su prefacio del primer volumen donde analiza los escritos pedagógicos del filósofo tiene razón al expresar:
“La idea de que todo filósofo notable es también un pedagogo […] encuentra en Kart C. F. Krause no solamente su plena confirmación, sino que alcanza además en él su expresión más alta, ya que el filósofo se propuso como meta nada menos que lograr que la humanidad entera asimilase su sistema de la Ciencia y contribuir vigorosamente, a través de la pedagogía al perfeccionamiento de la Humanidad […] Krause no fue solamente un extraordinario teórico de la pedagogía; también como práctico tiene qué decir en ella”.
Krause, según versa su diario personal, escribe estas líneas muy elocuentes:
“En el año 1808 concebí la idea de una Casa de la Educación de la Humanidad. ¿No debería tratar desde ese punto de vista toda la educación y: 1) escribir una obra: “Ideal de la Educación de la Humanidad”; después 2) erigir para ello una Casa de la Educación?”.
Este filósofo alemán era masón, de donde fue expulsado por los fuertes cuestionamientos que le hizo a la masonería de esa época, y gozaba de gran prestigio como pedagogo entre sus Hermanos de logia. Este prestigio hizo que su logia le pidiera asesoramiento para el instituto educativo que poseía la masonería y le ofreciera el cargo de Copresidente.
Muerto Krause, algunos de sus discípulos, entre los que se destacó Hermann von Leonhardi, sigue esta línea educativa y tiene encuentros con Friedrich Wilhelm Fröbel –en el primer encuentro entre Krause y Fröbel, Leonhardi había estado presente-.
Este gran pedagogo alemán, había coincidido con Krause haciendo docencia en la Universidad de Gotinga y el creador del krausismo acordaba con él en sus ideas sobre la educación alemana. De esta conjunción de ideas pedagógicas nace lo que luego se llamó el krausofröbelismo: una corriente de pensamiento pedagógico muy importante en la Alemania del siglo XIX que dio lugar años después a la creación de la Asociación general de la Educación, desde donde se trata de armonizar la auténtica formación del hombre con la formación nacional – idea que ya había esbozado Krause en su “Ideal de la Humanidad para la Vida” -.
Esta afanosa preocupación por la educación se refleja en la Argentina en forma concreta en la Reforma Universitaria de 1918, esta verdadera revolución pacífica en los claustros universitarios estaba íntimamente asociada al pensamiento krausista. Desde ahí esta idea de universidad autónoma, laica y con libertad de cátedra –los profesores iban a ser elegidos por concursos abiertos- se propaga a muchos países de América Latina llegando a México la fuerza del idealismo krausiano.
Horace Mann fue el gran impulsor de la educación en los Estados Unidos de Norteamérica en la década del 30 del siglo XIX, desde ese lugar, una educación con una fuerte impronta democrática, se llega a ser la potencia mundial que hoy es. Mann se apoya en los contenidos pedagógicos de Fröbel, es decir que la base filosófica de la educación del pueblo estadounidense tiene que ver con el krausofröbelismo.
Como ya lo mencionamos, el dos veces presidente de la República Oriental del Uruguay José Batlle y Ordóñez y el poeta y político cubano José Martí, además del APRA peruano cuyo origen está ligado a Víctor Raúl Haya de la Torre que tomó a la Reforma Universitaria del 18 como modelo estudiantil a copiar, el puertorriqueño Eugenio de Hostos y Bonilla que hizo una gran obra educativa en la República Dominicana y Francisco Madero en México, entre tantos otros latinoamericanos, tiñeron a esta geografía al sur del Río Bravo de filosofía krausiana.

Derecho y Estado
La Doctrina del derecho es uno de los temas mejor tratados por Krause y sus discípulos, dado que no la expresa como una metafísica de relato oscuro o complicado como en otras partes de su sistema filosófico. Su vinculación con el Estado, según expresa Krause en el “Ideal de la Humanidad”, “llena y determina el contenido ético de la vida de cada nación”.,
La doctrina hegeliana ponía al Estado por sobre el individuo, un claro ejemplo práctico de esto es la instauración de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas promovida por un decreto del presidente Pedro Ramírez –el 18.411 de diciembre de 1943- y que luego se convirtió en ley en la primer presidencia de Perón –es el Estado metiéndose en el espíritu de las personas-, mientras la doctrina krausista ponía al hombre por sobre todo y al Estado a su servicio para asegurarle su Libertad. No es estatismo, es intervención del Estado para que los poderes corporativos no denigren la condición humana, sino que la enaltezcan.
El Estado liberal krausista proponía un “capitalismo moderado” lo que muchos años después dio origen, desde el pensamiento de otro alemán Von Bismarck –aunque sea en forma muy primitiva- al “Estado de Bienestar” en lo económico-social, y al “Estado de Derecho o de Garantías” en lo que al orden jurídico-político se refiere.
En su libro Grundlage des Naturrechts, publicado en 1803, Krause escribe un verdadero catálago sobre derechos humanos. Esta publicación que nuestro filosofo escribió en dos tomos, el segundo en 1805, está en coincidencia con la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Lo significativo es que Krause lo pensó un siglo y medio antes. Él defiende la igualdad de los hombres ante la ley, desestima todo tipo de exclusión y se opone a la discriminación que imponen las distintas formas de privilegio. Además reivindica el derecho a la vida y a la integridad física, el derecho a la protección de la intimidad y el respeto a la dignidad, el derecho a la propiedad privada, al trabajo y el descanso, el derecho a la libertad de conciencia, de opinión y expresión, así como el derecho a la educación, a la libre asociación y la libertad de circulación.
Es notable como Krause fue un pionero en el pensar derechos que hoy llamamos de tercera generación (derechos económicos, sociales y culturales); además de los derechos de los niños, de la mujer, de la tercera edad, de las personas con necesidades especiales, de la Naturaleza y de los animales.
Él también tuvo un “Proyecto de una Federación Europea de Estados” pergeñando a principios del siglo XIX lo que es hoy la Unión Europea.
En lo que respecta a derechos políticos él iba más allá de la idea de la formalidad contractualista de filósofos como Kant y Fichte, para Krause toda persona tiene que tener “derecho al derecho” (1), esto es una consecuencia de la esencia humana y no el resultado de una relación jurídico contractual.
Los krausistas tenían una forma de vida de máxima austeridad, se vestían con ropas oscuras y muy sobrias, en general eran hombres de honor, de palabra; hablaban poco y chocaban con las ideas utilitaristas y hedonistas que esgrimían los pensadores del “positivismo” del último tercio del siglo XIX.

Febrero de 2005.

Bibliografía.
(1) Francisco Querol Fernández, “La Filosofía del Derecho de K. C. F. Krause”, Edit. Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, año 2000.
(2) Enrique M. Ureña, “Krause, educador de la Humanidad”, Edit. Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, año 1991.
(3) Hugo Biagini (compilador), “Orígenes de la democracia argentina” El transfondo krausista, Edit. Legasa, Bs. As., año 1989.
(4) Enrique M. Ureña, “El Krausismo Alemán”, Edit. Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, año 2002.

martes, 26 de febrero de 2008

Semblanza de Arturo Illia II

En algunas cartas de lectores y en algún artículo publicados en los últimos días en el diario "La Nación" los lectores y autores se plantean la ausencia de verdaderos hombres de Estado en los sucesivos gobiernos democráticos en las últimas dos décadas -no digo dos décadas y media par no herir suceptibilidades, no es mi intención-.
Los que leyeron los dos escritos publicados sobre Arturo Illia van a comprender claramente el por qué no existen en nuestro país ya bien entrado el siglo veintiuno.
La política argentina está sumida en un nivel de mediocridad intelectual, ética y espiritual que hace imposible que esto ocurra.
Yo creo que con la caída del modelo de Estado de Bienestar, a fines de los años setenta y principio de los ochenta del siglo pasado, las posibilidades de hacer política se dificultaron enormemente. Hoy sólo pueden militar quienes tienen dinero heredado, una actividad liberal que no le consuma mucho tiempo o los que tienen cargos públicos que no les demandan demasiada carga horaria. Eso dificulta y acota muy fuertemente el proceso de selección de los mejores hombres.
Pero para ilustrarnos de cómo era el perfil de un verdadero estadista sigamos con la semblanza de Arturo Illia:
Siguiendo con el reportaje a la maestra-secretaria, Laura Díaz de Giménez, esta cuenta:

Periodista: -Cuentan que usted le ordenaba los libros, algunos papeles, o colaboraba con él, incluso compartiendo lecturas...

Laura Díaz: -"Recuerdo algunos de los libros de su biblioteca, por supuesto que no todos, sino aquellos que él leía con sencillez de verdadero maestro. Uno era El Mito del Estado de Ernst Casirer, con referencias en griego o en arameo, para nosotros inexplicables, y que Illia se extendía en explicarnos con la mitología y las connotaciones con la psicología más profunda, las técnicas de que se valen las concepciones totalitarias para lograr la masificación.
Illia indagaba solitariamente en las causas más lejanas de la Segunda Guerra Mundial o la cuestión del nazismo o del facismo.
Leíamos también a Josué de Castro, en su libro La Geopolítica del Hambre, a Gandhi, a Camus. Pretendíamos entender con él Las Vidas Paralelas de Plutarco..... y ¿sabe? Illia sonreía cada tanto, con aquella sonrisa como condescendiente o triste, ante nuestra ignorancia y necesidad de saber..."

Periodista: -¿Y en cuanto a sus hijos?

LD - "Sin duda, Don Arturo quería orientar a sus hijos adolescentes en base a principios inalterables para que ellos vivieran después sus propias experiencias y de esa manera construyeran sus vidas"

Periodista: -¿Podría decirse que Illia no tenía defectos?

LD - "Interpretando cabalmente su personalidad, sin duda, no los tenía, al menos yo no podría remarcar ninguno. Atendía a los jóvenes que íbamos a su casa buscando respuestas que él nos daba a pesar del cansancio del trabajo de todo el día. Illia no tenía riquezas y no le interesaba tenerlas. Era sencillo. era pulcro, era bondadoso... esas eran sus virtudes"
"Como médico, inclusive, era abnegado. era certero en el diagnóstico, y esto que le cuento fue dicho por profesionales especializados a los que derivaba sus pacientes [...] El controlaba y cuidaba a los enfermos, y , para aquellos que no podían comprar los remedios, él mismo pedía los medicamentos en las farmacias vecinas: ¿Tiene tal remedio...? ¿Tal otro...? Pues allá irá Don Juan. Dáselo y después arreglamos. Y ante estos pedidos los mismos farmacéuticos se volvían solidarios..."

Periodista: -Eso dejó, sin dudas grandes enseñanzas...

LD- "La gente aprendía de Illia, viéndolo actuar y escuchándolo. Cuando le preguntaban, por ejemplo, si era difícil gobernar, él decía: - No. Es muy fácil. Sólo hay que cumplir con la Constitución... y ser honrado -remarcaba extendiendo el brazo-.

"Cuando lo interrogábamos acerca de por qué se había producido el golpe militar ... Illia enérgicamente y levantando el brazo afirmaba: -Me derrocaron porque la tarea de gobernar requiere fundamentalmente armonizar los intereses de los distintos sectores que componen el tejido social, y esto no es tarea fácil en nuestro país, donde ciertos sectores o corporaciones tienen exacerbado el sentido de sus derechos y privilegios, logrados en épocas de inestabilidad y que no aceptan deponer. Ellos crean el clima para el golpe de Estado, detrás del cual no están los mejores intereses de la nación. Nos derrocaron porque somos los únicos capaces de poner las cosas en su lugar.

[...] ¡Tanto de podría decir de Arturo Illia! ... Él era para nosotros, los que aprendimos a militar a su lado en la UCR, ´recto como una vertical de hierro´, por eso lo quisimos tanto y nos conmovimos tanto cuando lo vimos inclinado y caminando lento, luego de la pérdida de su gran compañera, la señora Silvia Martorell, que era -se lo aseguro- como un cascabel de frescura, de belleza, de paz..."

martes, 5 de febrero de 2008

Una semblanza de Don Arturo I

¿Quién era realmente Don Arturo Illia? Inclusive para muchos militantes es una incógnita muy poco explicitada.
Conocen algunos relatos que escucharon de correligionarios de más edad, alguna poquita cosa que aparece en los medios, y ahí queda la cosa. Libros sobre su figura hay pocos y muy breves. ¿Era sólo un hombre bueno y honesto?
El Régimen -hoy más conocido como establishment- especulando a su favor, lo quiso pintar sólo como un político decente, que dormía la siesta y tomaba té de piperina. Al eficientismo del conservadurismo en la Argentina le conviene la imagen de un dormilón piperinesco. Nunca un gobernante que hizo crecer el PBI en los años 1964 un 10,3% y 1965 un 9,1%, cuando en el 1963 había descendido un 2,4%. Además con una política económica heterodoxa de reactivación, de aumento de la demanda agregada y de los salarios. No haciendo ajustes inhumanos y, en el mediano plazo por lo menos, siempre fracasados en lo que respecta a elevarle el nivel de calidad de vida al pueblo argentino.
Algunos detractores dicen que se debió a las grandes cosechas de esos años. Éste también es un ataque mal intencionado de los eternos conservadores argentinos. En un estudio del economista Alejandro Díaz del año 1983 donde excluye al producto generado por el sector público y el agropecuario; en el año 1963 el PBI decreció un 4,8% y subió un 9,1 en 1964 y un 9,6 % en 1965. El PBI industrial en el período 1964-66 creció más del 30%.
Pero no quiero hablar de la economía del gobierno de Arturo Illia -los datos dados en el párrafo anterior son por demás elocuentes- quiero hablar de Don Arturo. Muy pocos políticos en la Argentina contemporánea llegaron a que, cuando se refieren a ellos y por respeto a su figura, se le anteceda el Don a su nombre. Si no buceen en los últimos veinticinco años de nuestra política autóctona.
En un programa del profesor Mariano Grondona de hace más de una década, la hija de Don Arturo, Emma Illia, le dice al conductor televisivo que su padre además de un buen gobernante y un político honesto, era un hombre culto. Pero Illia no era un hombre culto de biblioteca, de esas personas que se encierran en un escritorio y leen, leen y leen, con el único motivo de acumular datos e información banalmente. Él leia porque era un ávido curioso y quería saber en profundidad sobre muchos temas. Pero fundamentalmente le interesaba tener sabiduría para volcarla a su acción política. Le interesaba tener cultura para poder resolver con más solvencia los problemas políticos, sociales y económicos de su amado país.
Hace unos años le escuché contar al entonces senador nacional Mario Losada, que una noche en el año 1978, la gendarmería le golpeó la puerta de su casa en Misiones. El miedo generado ante tan inesperada visita, en segundos le dio paso a la sorpresa. El gendarme le preguntó si sabía de la presencia del ex presidente Illia en la provincia, a lo que Losada, sorprendido, contestó en forma negativa.
Al otro día Losada se movilizó para averiguar qué de cierto tenía el suceso vivido la noche anterior. Era cierto lo que decía gendarmería, Don Arturo estaba recorriendo el norte de la provincia de Misiones en el camión de un camionero amigo en pleno verano con sus jóvenes setenta y ocho años a cuesta.
En la primer presentación de este blog conté a la pasada que Illia conocía los rindes del algodón en cualquier zona del Chaco, del trigo en la Provincia de Buenso Aires o del tabaco en Corrientes. Estos viajes que hacía continuamente visitando amigos, que los tenía en cada pueblo de toda la geografía argentina, lo informaban de todo lo que acaecía en el país, en su país.
Viajaba y hablaba con el pueblo, viajaba y leia. Leia, observaba y refleccionaba.
Tuve la suerte de hablar con algún joven militante que en esa época lo acompañaba en alguno de esos viajes. Para llegar a Córdoba, por ejemplo, tardaba más de dos días. En cada pueblo de la ruta que conduce a la Docta hacía parar el auto para saludar, y charlar largamente, con algún amigo lugareño. Si se hacía de noche, allí era invitado a dormir para en la mañana retomar el camino recorrido en etapas.
Muy pocos políticos argentinos conocían el país como Don Arturo.

Cuando vivía en Cruz del Eje, lugar que había adoptado como su lugar en la vida a pesar de haber nacido en Pergamino, Prov. de Bs. As., una maestra del pueblo le ordenaba la correspondencia y su escritorio. En un reportaje publicado en el libro "El Viejo Illia" que el autor le hace a Laura Paz Díaz, la maestra cordobesa cuenta:

-"Siempre he pensado que quienes tuvimos la fortuna de haber conocido a Arturo Illia y haber participado con él de la lucha diaria, en la vida pública o social de todos los días, tenemos el deber de dar testimonio a las generaciones jóvenes sobre los valores de una personalidad tan singular como la de Illia..."

Periodista: - Bueno de él venimos a hablar...precisamente...

-"No por repetido hay que dejar de recordar cómo era Don Arturo. Era un hombre recto, rectísimo, así, en grado sumo; sentía un enorme respeto por los demás y era extremadamente responsable y bueno. ¿Sabe...? Illia era además un hombre culto. Unía a sus valores sociales, valores artísticos y filosóficos profundos. Le aseguro que amaba el arte, entendía el arte, y en soledad, reflexionaba sobre el hombre y el sentido de la vida..."

Periodista: - ¿Y por qué su vocación por la política?

-"Pienso que al tener ideas y convicciones totales acerca de la importancia de la democracia y la libertad, entendiendo esto como el mejor clima cívico para garantizar el respeto del hombre y de los ciudadanos, Illia, de ello hacía un credo... y por eso aquello de que "los hombres son sagrados para los hombres...", era un dogma, un imperativo afianzado en él. Era su verdad, y de allí que rechazara los autoritarismos y los regímenes totalitarios..."

martes, 29 de enero de 2008

Illia: "Yo tenía autoridad con los de afuera"

Vamos a seguir con Arturo Illia. Es la imagen del político en la cual nos podemos mirar sin dudas, sabiendo que sus virtudes nos iluminan ante tanta oscuridad, mediocridad y banalidad.
Es en un reportaje que le hace, a fines de 1966, el novel periodista Rodolfo Terragno; luego incluido en el libro "Muerte y Resurrección de los Políticos" donde entrevista entre otros a Perón, Balbín, Frondizi, Alende y Frigerio. Lo tituló: Illia:"Yo tenía autoridad con los de afuera"

Dice José Luis de Imaz: "La opinión pública identifica a los políticos profesionales con los beneficarios de prebendas, negociados y malversaciones ....."
En el caso de Arturo Umberto Illia, ese prejucio no ha funcionado: nadie sospechó a este antiguo radical -presidente entre 1963 y 1966- de haberse apoderado de dineros públicos. En cambio, sobre su verdadera personalidad fue aplicada otra imagen -injusta e ilevantable-, que lo transformó en un anciano sin carácter, parcimonioso y desinformado, incapaz de, siquiera, aprovecharse de esa presidencia llovida del cielo, con la cual no sabía que hacer.

[...] Los semanarios de noticias -Primera Plana, Confirmado- contribuyeron con su estilo suficiente y socarrón, a desdibujar la imagen de Illia. Fue una tarea nada inocente, por cuanto esos medios eran voceros de sectores castrenses que, finalmente, derrocaron al gobierno radical para realizar, a partir de 1966, la supuesta Revolución Argentina.
Por eso, fue con cierto sentimiento de culpa que, a poco de ese golpe, llegué hacia la casa de un hermano de Arturo Umberto Illia, donde estaba recluido el ex presidente. El sabía que yo pertenecía a esa mostaza (despectivo de juventud) que escribía en aquellos semanarios.
Sin embargo fue cortés conmigo. Un común amigo, el doctor Otero, le había anticipado que mi único interés era escucharlo. Conocer su opinión. No iba a hacerle una entrevista, ni a discutir con él. Quería oírlo.

[...] Mientras elegía políticos para incluir en este libro, Illia se me apareció como una figura imprescindible, y me acordé de aquellos apuntes. Como creo que toda obligación de abstinencia está prescripta, aquí los transcribo:

"Cuando vinieron a verme Rush y Gordon" (el ex secretario de Estado norteamericano Dean Rush y un ex embajador norteamericano en la Argentina) "yo les dije: `Vean señores, nosotros somos hombres que creemos en la democracia; en la democracia real, en serio´. Pero les digo además de eso: `Tengan en cuenta que tenemos que definir el valor de nuestros productos´. Entonces me contestan estos señores que ellos estaban de acuerdo y me hablan mucho de ayuda. `Vea´, les digo, `es la Argentina la que ayuda, no ustedes. `Me quiere explicar cómo es eso´, me dice Rush. Le digo: "Nosotros pagamos precios justos. Ustedes traen unos dólares y, con las utilidades, las amortizaciones, los intereses y los royalties, a los cinco años se llevaron varias veces lo que trajeron". Le digo: `De manera que fíjese usted´. Este hombre me mira, y entonces le digo: `¿Y usted cree que me ayuda a mí con 500 millones? Vea, con eso ningún país va a resolver sus problemas´.
" Al poco tiempo, salieron los militares a voltear el gobierno. ¿Y por qué se dan estos asuntos? Usted sabe lo que dicen ellos, falta autoridad...vacío de poder... el problema del peronismo...¡ah! y que marchábamos como tortugas. Fíjese usted en la estadística de producción; fíjese en los números de comercio. Vea la balanza 64/65. Yo que encontré el país desastroso, como saben todos, tengo la seguridad de que, entre lo que yo recibí y lo que encontraron estos señores...¡Pero que va usted a decir!
¡ Que no había autoridad! Yo ejercía con mis compatriotas una autoridad no coactiva. Y ejercía autoridad contra el poder económico. Estos dan garrote a los de adentro y obsequian flores a los de afuera. Yo tenía autoridad con el Fondo Monetario, con el Banco Mundial, con las empresas internacionales. Ahí es donde usted tiene que mostrar su autoridad.
No golpeando a obreros y estudiantes. Usted comprende que eso es absurdo: fuera de la ley no hay autoridad.
Eso es lo que ellos querían: vilipendiar. Y dicen que caímos porque el país no marchaba. Marchaba bien. Nosotros caímos por los aciertos, no por los errores. Caímos porque queríamos dejar de lado el concepto de sucursal. Eso es lo que no nos perdonaron éstos y las revistas, que ahora están contentas mientras nos garroteamos los argentinos. Todos esos que escriben...¡Sirvientes bien remunerados! ¡O usted cree que lo escriben por ingenuos, todos estos, esa mostaza que le deforma la información?".

sábado, 19 de enero de 2008

El último discurso de Arturo Illia

Pasó un cuarto de siglo del día que se murió un gran político, tal vez el último estadista que tuvimos los argentinos. Aquí reproduzco parte de lo que que fue su último discurso.
Fue el 14 de septiembre de 1982 en la Bolsa de Comercio de la Ciudad de Córdoba. El político que recorría con algún camionero amigo el norte de la provincia de Misiones y sabía cuanto era el rinde del algodón en las distintas zonas algodoneras del Chaco o del maní en Córdoba o del trigo en la provincia de Buenos Aires, y que además conocía las grandes obras de infraestructura que necesitaba una Argentina desarrollada y hacia donde tenía que rumbear la ciencia nacional, nos dejó este legado, su manifiesto de última voluntad:
"No hay sociedades ideales. No hay organización permanente. El cambio es continuo. Lo que fue revolucionario ayer, hoy ya no lo es."
"Cuando uno se dedica a mantener, artificialmente, algo que ha sido superado, deja de ser un actor. Se convierte en un defensor del pasado."
"La Argentina necesita gobiernos que comprendan lo que ocurre en el mundo, y que no improvisen. No hay tiempo para perder."
"Debemos dejarnos de prevenciones y suspicacias, alejar el temor a las ideas y estudiar la época que vivimos. Los fantasmas se ahuyentan con la acción."
"El Estado no debe estar a servicio de sí mismo, sino de la Nación."
"Hoy la revolución no está en las armas sino en los laboratorios"

Llegando al final hizo un silencio, un sabio y reflexivo silencio. Luego nos dejó estas frases que tendrían que ser aleccionadoras y guía para todos los radicales:

"Esta Argentina no es el país que queremos. Todos somos culpables y, cuando todos son culpables nadie lo es. Cuando uno ha arrojado, por lo menos, una piedra para destruir lo que tuvimos y lo que pudimos tener. En este punto todos somos indemnes.
No perdamos esta indemnidad.
No le tengamos miedo a la ley, que es la única autoridad no autoritaria.
No tengamos miedo entre nosotros. Luchemos, yo no digo con generosidad: luchemos con sentido de responsabilidad. No nos quedemos con odios. No son buenos ni el odio ni el temor. Hagamos política . Valientemente, si cabe la palabra. "

Murió dieciocho semanas después. Su nombre era Arturo Umberto Illia.

viernes, 4 de enero de 2008

La Unión Cívica Radical fue un ejemplo de organización política nacional y popular que marcó un camino histórico de realizaciones para el pueblo argentino. A lo largo de más de ciento quince años sus dirigentes, militantes y simpatizantes le dieron empuje y renovación a nuestra vida republicana.
Si nuestro pueblo tiene algún tinte o rasgo de cultura democrática, no tengo dudas que los radicales contribuimos fuertemente en ese aprendizaje.
La Reparación fue una virtud que supimos articular toda vez que la República lo necesitó. En todo momento histórico en que el pueblo fue mansillado, atropellado, degradado, encarcelado, perseguido, empobrecido y desaparecido, surgió un gobierno radical que reparó los daños infligidos. Hay algunas excepciones, pero es preferible no recordarlas; todos las conocemos.
También desde el llano nuestros líderes partidarios lucharon en defensa de los valores democráticos y republicanos. Algunos dieron su propia vida en esa lucha.
En los últimos años por un sin número de errores cometidos, y algunas circunstancias históricas desfavorables, la UCR ha dejado de ser una opción de elección para los argentinos.
Ya no contamos con gobernadores que respondan orgánicamente a la conducción nacional, los bloques parlamentarios son en cada elección que pasa más reducidos, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no tenemos representantes en la Legislatura, el número de intendentes con que contamos es cada vez menor, etc., etc.
Pero hay síntomas más preocupantes, cada vez hay más radicales en otras fuerzas políticas, sobre todo después de cada elección interna que celebramos. La sangría ha sido anemizante.
Muchos se han ido tras contratos, conchavos y prebendas, es cierto; pero otros tantos no. Hacia esos tenemos que apuntar para el rescate, para nuestra propia Reparación.
Las grandes equivocaciones tuvieron que ver con alianzas, pactos, uniones, acuerdos programáticos y pragmáticos también.
Este espacio no tiene el propósito de mirar hacia atrás ni señalar a nadie, pero todos sabemos que cometimos muchos y variados errores, a veces premeditadamente y otras sin intención.
La recuperación va a ser difícil y va a requerir mucho tiempo.
Los intentos han sido variados y hasta loables. El problema es que los protagonistas y los métodos fueron siempre los mismos. Alguien dijo que: "La locura es hacer siempre lo mismo y pensar que las cosas van a cambiar"
Desde este lugar propongo intentar la recuperación de la Unión Cívica Radical desde las ideas, partiendo del pensamiento.
Sé que a los pragmáticos de siempre esto les parecerá una utopía, pero sus métodos tampoco han tenido demasiada eficiencia. No tienen demasiados éxitos partidarios para exhibir, tal vez tengan algunos personales, egoístamente personales, pero no partidarios.
Una vez por semana voy a volcar ideas que hicieron de la UCR mucho más que un partido político. Ser radical era una forma de vida, una concepción filosófica que tenía que ver con un fuerte humanismo. Fuimos una fuerza espiritual que tiñó nuestra geografía de: "aunque sea un mínimo de bienestar", como decía Don Hipólito Yrigoyen, para cada ciudadano.
Ideas de nuestros grandes hombres y algunas propias. Además en alguna ocasión voy a volcar artículos de algún medio gráfico que tenga que ver con nuestro ideario.
No tengo la verdad revelada, de eso estoy seguro, pero quiero hacer un aporte, tal vez un último esfuerzo, para intentar una mínima contribución en el resurgir de mi entrañable Unión Cívica Radical.
Con todo mi afecto. Marcelo Luis Tassara

miércoles, 2 de enero de 2008

UCR

Inauguramos el blog radical.