martes, 26 de febrero de 2008

Semblanza de Arturo Illia II

En algunas cartas de lectores y en algún artículo publicados en los últimos días en el diario "La Nación" los lectores y autores se plantean la ausencia de verdaderos hombres de Estado en los sucesivos gobiernos democráticos en las últimas dos décadas -no digo dos décadas y media par no herir suceptibilidades, no es mi intención-.
Los que leyeron los dos escritos publicados sobre Arturo Illia van a comprender claramente el por qué no existen en nuestro país ya bien entrado el siglo veintiuno.
La política argentina está sumida en un nivel de mediocridad intelectual, ética y espiritual que hace imposible que esto ocurra.
Yo creo que con la caída del modelo de Estado de Bienestar, a fines de los años setenta y principio de los ochenta del siglo pasado, las posibilidades de hacer política se dificultaron enormemente. Hoy sólo pueden militar quienes tienen dinero heredado, una actividad liberal que no le consuma mucho tiempo o los que tienen cargos públicos que no les demandan demasiada carga horaria. Eso dificulta y acota muy fuertemente el proceso de selección de los mejores hombres.
Pero para ilustrarnos de cómo era el perfil de un verdadero estadista sigamos con la semblanza de Arturo Illia:
Siguiendo con el reportaje a la maestra-secretaria, Laura Díaz de Giménez, esta cuenta:

Periodista: -Cuentan que usted le ordenaba los libros, algunos papeles, o colaboraba con él, incluso compartiendo lecturas...

Laura Díaz: -"Recuerdo algunos de los libros de su biblioteca, por supuesto que no todos, sino aquellos que él leía con sencillez de verdadero maestro. Uno era El Mito del Estado de Ernst Casirer, con referencias en griego o en arameo, para nosotros inexplicables, y que Illia se extendía en explicarnos con la mitología y las connotaciones con la psicología más profunda, las técnicas de que se valen las concepciones totalitarias para lograr la masificación.
Illia indagaba solitariamente en las causas más lejanas de la Segunda Guerra Mundial o la cuestión del nazismo o del facismo.
Leíamos también a Josué de Castro, en su libro La Geopolítica del Hambre, a Gandhi, a Camus. Pretendíamos entender con él Las Vidas Paralelas de Plutarco..... y ¿sabe? Illia sonreía cada tanto, con aquella sonrisa como condescendiente o triste, ante nuestra ignorancia y necesidad de saber..."

Periodista: -¿Y en cuanto a sus hijos?

LD - "Sin duda, Don Arturo quería orientar a sus hijos adolescentes en base a principios inalterables para que ellos vivieran después sus propias experiencias y de esa manera construyeran sus vidas"

Periodista: -¿Podría decirse que Illia no tenía defectos?

LD - "Interpretando cabalmente su personalidad, sin duda, no los tenía, al menos yo no podría remarcar ninguno. Atendía a los jóvenes que íbamos a su casa buscando respuestas que él nos daba a pesar del cansancio del trabajo de todo el día. Illia no tenía riquezas y no le interesaba tenerlas. Era sencillo. era pulcro, era bondadoso... esas eran sus virtudes"
"Como médico, inclusive, era abnegado. era certero en el diagnóstico, y esto que le cuento fue dicho por profesionales especializados a los que derivaba sus pacientes [...] El controlaba y cuidaba a los enfermos, y , para aquellos que no podían comprar los remedios, él mismo pedía los medicamentos en las farmacias vecinas: ¿Tiene tal remedio...? ¿Tal otro...? Pues allá irá Don Juan. Dáselo y después arreglamos. Y ante estos pedidos los mismos farmacéuticos se volvían solidarios..."

Periodista: -Eso dejó, sin dudas grandes enseñanzas...

LD- "La gente aprendía de Illia, viéndolo actuar y escuchándolo. Cuando le preguntaban, por ejemplo, si era difícil gobernar, él decía: - No. Es muy fácil. Sólo hay que cumplir con la Constitución... y ser honrado -remarcaba extendiendo el brazo-.

"Cuando lo interrogábamos acerca de por qué se había producido el golpe militar ... Illia enérgicamente y levantando el brazo afirmaba: -Me derrocaron porque la tarea de gobernar requiere fundamentalmente armonizar los intereses de los distintos sectores que componen el tejido social, y esto no es tarea fácil en nuestro país, donde ciertos sectores o corporaciones tienen exacerbado el sentido de sus derechos y privilegios, logrados en épocas de inestabilidad y que no aceptan deponer. Ellos crean el clima para el golpe de Estado, detrás del cual no están los mejores intereses de la nación. Nos derrocaron porque somos los únicos capaces de poner las cosas en su lugar.

[...] ¡Tanto de podría decir de Arturo Illia! ... Él era para nosotros, los que aprendimos a militar a su lado en la UCR, ´recto como una vertical de hierro´, por eso lo quisimos tanto y nos conmovimos tanto cuando lo vimos inclinado y caminando lento, luego de la pérdida de su gran compañera, la señora Silvia Martorell, que era -se lo aseguro- como un cascabel de frescura, de belleza, de paz..."