domingo, 28 de marzo de 2010

LA FILOSOFÍA POLÍTICA EN LA QUE ABREVÓ EL PRESIDENTE RAÚL R. ALFONSÍN

En un artículo publicado en La Nación -el 6 de junio del 2009- titulado “La filosofía política no es un lujo”, el filósofo Mario Bunge desarrolla, con la erudición que lo caracteriza, este tema hoy casi olvidado, por lo menos en la Argentina, por los políticos que nos representan.
Raúl R. Alfonsín fue tal vez el último de los políticos modernos, los que lo siguieron, en mi opinión, abrazaron la posmodernidad, que basó su acción política siguiendo el pensamiento filosófico histórico que fue tradición en su partido, la Unión Cívica Radical.
Todos sus discursos, en campaña política y ya en la máxima magistratura de la Nación, estuvieron teñidos del ideario krausista.
Este sistema filosófico fue adoptado por Hipólito Yrigoyen, allá a fines del siglo XIX, para nutrirse de sus ideas libertarias.
Cuando Alfonsín es invitado a disertar al Congreso de la Internacional Liberal, celebrado en Madrid, España el 3 de Octubre de 1985, donde le otorgan el premio a la Libertad, habla durante toda la conferencia sobre filosofía krausista.
Poco se habla hoy en la Argentina sobre esta verdadera “filosofía política de la Libertad”. A casi un año de la muerte de tal vez el último de sus cultores, me parece importante que la ciudadanía se entere de qué estamos hablando cuando hablamos de krausismo. Como dijo Alfonsín ese 3 de Octubre de 1985 allá en Madrid:

“Pensamos que es esta una inmejorable oportunidad para proponer algunas reflexiones sobre el método de la libertad a partir del pensamiento, de las actitudes y de las enseñanzas de otros hombres que hicieron de ese método la razón misma de su existencia”

Karl Christian Friedrich Krause nació en Eisenberg, una pequeña ciudad turingia que en aquel entonces pertenecía al Ducado de Alternburg –hoy Alemania-, un domingo 6 de mayo de 1781. Su padre, el pastor protestante Johan Friedrich Gotthard Krause, era profesor en la escuela de Eisenberg.
Este filósofo alemán, como muchos otros de esa época, fue quedando a la sombra de los grandes Kant, Fichte, Schelling y Hegel, pero la importancia de su obra filosófica no puede ser olvidada porque fue determinante en el rumbo histórico y político de la España de los siglos XIX y XX, y de América Latina, la Argentina en particular, en el mismo período.
Krause estaba dotado de conocimientos y capacidades muy diversas. Poseía una formación tan amplia que sus saberes iban desde la música a la lingüística, desde el derecho a las matemáticas, pasando por el arte y la pedagogía. Fue tanta su erudición que creo un verdadero “sistema filosófico” como se estilaba durante su época, en la cual el idealismo romántico fue un pensamiento muy difundido en lo que a filosofía se refiere.

Para el idealismo la construcción de un sistema filosófico era una verdadera necesidad, ellos no concebían a un pensador que pensara sobre los grandes temas en forma aislada de un todo. Un sistema filosófico era una verdadera estructura conceptual, cuyos componentes se interrelacionaban armoniosamente; hasta la más pequeña definición tenía que ver con un pensamiento de conceptualización superior.
Fue a través de dos krausistas belgas Ahrens y Tiberghien, cuyos textos habían sido traducidos al español, que llega esta corriente de pensamiento a América Latina. Luego el llamado krausismo español, cuyos principales exponentes son Sanz del Río, Giner de los Ríos y Azcárate, tuvo una gran influencia entre los adherentes americanos.

La revolución republicana de 1968, que viabilizó la creación de la I República española el 11 de febrero de 1873, estuvo fuertemente teñida de ideas de pensadores, intelectuales y políticos krausistas, algunos de ellos, luego de caída la República en 1874, crearon el Instituto de Libre Enseñanza en Madrid. Ese núcleo de intelectuales, años después, tuvo una marcada influencia en la creación del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), que ya en el siglo XX llega al poder, a principios de la década del ‘80, de la mano de Felipe González.
En España en las últimas dos décadas y media se han hecho numerosos nuevos estudios sobre el krausismo.

El profesor de filosofía de la Universidad Pontificia de Comillas –Madrid, España- Enrique M. Ureña, que es además director del Instituto de Investigación sobre Liberalismo, Krausismo y Masonería de la misma universidad, es uno de los investigadores más prolíficos sobre Krause y el krausismo. Tiene una escrita una biografía sobre el filósofo titulada “Krause, el educador de la humanidad”(1991), el título de este libro es en sí mismo un enunciado muy significativo de la doctrina krausista. Este filósofo tenía la convicción que las sociedades se perfeccionan, alcanzando mejor calidad de vida, cuando avanzan en sus niveles de educación y cultura.

En su libro más conocido, “El Ideal de la Humanidad para la Vida” que finalizó de escribir en 1811, él expresa con claridad estas ideas pedagógicas. Las preocupaciones de Krause por la pedagogía fueron muy profundas tanto en lo teórico como en lo práctico; Richard Vetter en su prefacio del primer volumen donde analiza los escritos pedagógicos del filósofo tiene razón al expresar:

La idea de que todo filósofo notable es también un pedagogo […] encuentra en Kart C. F. Krause no solamente su plena confirmación, sino que alcanza además en él su expresión más alta, ya que el filósofo se propuso como meta nada menos que lograr que la humanidad entera asimilase su sistema de la Ciencia y contribuir vigorosamente, a través de la pedagogía al perfeccionamiento de la Humanidad […] Krause no fue solamente un extraordinario teórico de la pedagogía; también como práctico tiene que decir en ella”.

Krause, según versa su diario personal, escribe estas líneas muy elocuentes:

“En el año 1808 concebí la idea de una Casa de la Educación de la Humanidad. ¿No debería tratar desde ese punto de vista toda la educación y: 1) escribir una obra: “Ideal de la Educación de la Humanidad”; después 2) erigir para ello una Casa de la Educación?”.

Este filósofo alemán era masón, de donde fue expulsado por los fuertes cuestionamientos que le hizo a la masonería de esa época, y gozaba de gran prestigio como pedagogo entre sus Hermanos de logia. Este prestigio hizo que su logia le pidiera asesoramiento para el instituto educativo que poseía la masonería y le ofreciera el cargo de Copresidente.
Muerto Krause, algunos de sus discípulos, entre los que se destacó Hermann von Leonhardi, sigue esta línea educativa y tiene encuentros con Friedrich Wilhelm Fröbel –en el primer encuentro entre Krause y Fröbel, Leonhardi había estado presente-.

Este gran pedagogo alemán, había coincidido con Krause haciendo docencia en la Universidad de Gotinga y el creador del krausismo acordaba con él en sus ideas sobre la educación alemana. De esta conjunción de ideas pedagógicas nace lo que luego se llamó el krausofröbelismo: una corriente de pensamiento pedagógico muy importante en la Alemania del siglo XIX que dio lugar años después a la creación de la Asociación general de la Educación, desde donde se trata de armonizar la auténtica formación del hombre con la formación nacional – idea que ya había esbozado Krause en su “Ideal de la Humanidad para la Vida” -.

Esta afanosa preocupación por la educación se refleja en la Argentina en forma concreta en la Reforma Universitaria de 1918, esta verdadera revolución pacífica en los claustros universitarios estaba íntimamente asociada al pensamiento krausista. Desde ahí esta idea de universidad autónoma, laica y con libertad de cátedra –los profesores iban a ser elegidos por concursos abiertos- se propaga a muchos países de América Latina llegando a México la fuerza del idealismo krausiano.
Horace Mann fue el gran impulsor de la educación en los Estados Unidos de Norteamérica en la década del 30 del siglo XIX, desde ese lugar, una educación con una fuerte impronta democrática, se llega a ser la potencia mundial que hoy es. Mann se apoya en los contenidos pedagógicos de Fröbel, es decir que la base filosófica de la educación del pueblo estadounidense tiene que ver con el krausofröbelismo.

El dos veces presidente de la República Oriental del Uruguay José Batlle y Ordóñez y el poeta y político cubano José Martí, además del APRA peruano cuyo origen está ligado a Víctor Raúl Haya de la Torre que tomó a la Reforma Universitaria del 18 como modelo estudiantil a copiar, el puertorriqueño Eugenio de Hostos y Bonilla que hizo una gran obra educativa en la República Dominicana y Francisco Madero en México, entre tantos otros latinoamericanos, tiñeron a esta geografía al sur del Río Bravo de filosofía krausiana.
La Doctrina del derecho es uno de los temas mejor tratados por Krause y sus discípulos, dado que no la expresa como una metafísica de relato oscuro o complicado como en otras partes de su sistema filosófico. Su vinculación con el Estado, según expresa Krause en el “Ideal de la Humanidad”, “llena y determina el contenido ético de la vida de cada nación”.

La doctrina hegeliana ponía al Estado por sobre el individuo, un claro ejemplo práctico de esto es la instauración de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas promovida por un decreto del presidente Pedro Ramírez –el 18.411 de diciembre de 1943- y que luego se convirtió en ley en la primer presidencia de Perón –es el Estado metiéndose en el espíritu de las personas-, mientras la doctrina krausista ponía al hombre por sobre todo y al Estado a su servicio para asegurarle su Libertad. No es estatismo, es intervención del Estado para que los poderes corporativos no denigren la condición humana, sino que la enaltezcan.
El Estado liberal krausista proponía un “capitalismo moderado” lo que muchos años después dio origen, desde el pensamiento de otro alemán Von Bismarck –aunque sea en forma muy primitiva- al “Estado de Bienestar” en lo económico-social, y al “Estado de Derecho o de Garantías” en lo que al orden jurídico-político se refiere.

En su libro Grundlage des Naturrechts, publicado en 1803, Krause escribe un verdadero catálago sobre derechos humanos. Esta publicación que nuestro filosofo escribió en dos tomos, el segundo en 1805, está en coincidencia con la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Lo significativo es que Krause lo pensó un siglo y medio antes. Él defiende la igualdad de los hombres ante la ley, desestima todo tipo de exclusión y se opone a la discriminación que imponen las distintas formas de privilegio. Además reivindica el derecho a la vida y a la integridad física, el derecho a la protección de la intimidad y el respeto a la dignidad, el derecho a la propiedad privada, al trabajo y el descanso, el derecho a la libertad de conciencia, de opinión y expresión, así como el derecho a la educación, a la libre asociación y la libertad de circulación.

Es notable como Krause fue un pionero en el pensar derechos que hoy llamamos de tercera generación (derechos económicos, sociales y culturales); además de los derechos de los niños, de la mujer, de la tercera edad, de las personas con necesidades especiales, de la Naturaleza y de los animales.
Él también tuvo un “Proyecto de una Federación Europea de Estados” pergeñando a principios del siglo XIX lo que es hoy la Unión Europea.
En lo que respecta a derechos políticos él iba más allá de la idea de la formalidad contractualista de filósofos como Kant y Fichte, para Krause toda persona tiene que tener “derecho al derecho” (1), esto es una consecuencia de la esencia humana y no el resultado de una relación jurídico contractual.

Los krausistas tenían una forma de vida de máxima austeridad, se vestían con ropas oscuras y muy sobrias, en general eran hombres de honor, de palabra; hablaban poco y chocaban con las ideas utilitaristas y hedonistas que esgrimían los pensadores del “positivismo” del último tercio del siglo XIX.
La filosofía krausista es poco conocida en nuestro país, y los argentinos, en general, ignoran la importancia fundamental que este pensamiento ha tenido en la etapa fundacional de su sistema democrático. También fue importante su influencia en el derecho y la educación en la Argentina.
Si los políticos, actuales y futuros, quieren delinear las bases filosóficas de un Estado democrático como herramienta de un gobierno para la búsqueda de la Igualdad y la Libertad del pueblo, principios democráticos básicos, la lectura de Krause y sus discípulos será una tarea impostergable.

Marcelo Luis Tassara

Marzo de 2010.
Publicado por Marcelo Luis Tassara en 16:37