lunes, 22 de septiembre de 2008

LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS ENTRE EL RADICALISMO Y EL PERONISMO PARTE I

LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS ENTRE EL RADICALISMO Y EL PERONISMO
PARTE I
Producido por Marcelo Luis Tassara

No tengo dudas que es uno de los temas que ineludiblemente tenemos que abordar si queremos realmente llevar adelante la recuperación de la Unión Cívica Radical.
Con bastante preocupación, en innumerables diálogos con militantes radicales llevados a cabo en los últimos años, salvo contadas excepciones, no he escuchado argumentos mínimamente fundados sobre cuales son las diferencias de pensamiento que nos separan del peronismo.
Tener que luchar contra tamaña fuerza movimientista sin tener en claro esto, es como ir a una guerra de última tecnología muñido de un arco y una flecha.
No tengo dudas que es una de las principales causas por las cuales de los veinticinco años de democracia que estamos por cumplir, diez y ocho el peronismo estuvo, y está, en el poder. El no contar con una militancia activa que pueda marcar elocuentemente las diferencias que nos separan de la doctrina justicialista, es una carencia determinante para el logro de un discurso opositor coherente y creíble. Siendo éste el primer paso que nos calificará para ser una ser una opción válida que nos permita retornar al poder.
No voy a hacer un estudio científico de tan vasto y complejo tema, me llevaría mucho tiempo y estoy convencido que desde la experiencia militante, y alguna que otra lectura, puedo hacer un aporte útil y necesario.

Ideas preliminares

Es común escuchar en el pensamiento del hombre común que el radicalismo y el peronismo son la misma cosa salvo que, puestos a gobernar, éstos saben hacerlo y nosotros no.
Que el peronismo sabe ejercer el poder y los radicales somos unos inútiles, que nunca hicimos nada cuando nos tocó gobernar.
Como toda aseveración popular esta ineptitud que nos endilgaron tiene algunos argumentos que son veraces y otros, en mi opinión un porcentaje muy alto, que son totalmente falaces, equivocados y hasta mal intencionados.
Esta creencia, sumada a dos gobiernos radicales que no terminaron su mandato –más allá de las razones que produjeron sus caídas-, hizo que ocurriera un hecho determinante para nuestro futuro como Nación, perdimos la batalla cultural. Nuestras ideas, nuestra visión de la vida, las instituciones, la cultura, la educación, la ciencia, el Estado, etc. fue dejada de lado por el pueblo argentino.
Hubo varias agrupaciones políticas que intentaron rescatar nuestro ideario, pero los fracasos y la falta de proyección nacional fue el resultado. Tal vez haga falta más tiempo y algunas de las hoy vigentes lo logren, pero hoy estamos en un período de transición.
El peronismo tiene una base electoral que ronda el cuarenta por ciento del electorado y un diez por ciento de votantes que según sus intereses particulares y corporativos le da su voto. Haciendo una interpretación muy simple, esto es el fiel reflejo de lo que los politólogos y cientistas sociales denominan POPULISMO. El voto de los más necesitados, cautivo del peronismo, sumado al diez por ciento de los más pudientes.
El voto de la otra mitad, el más difícil de conseguir, está atomizado en decenas de fórmulas poco serias y definitivamente oportunistas en su gran mayoría.
La derrota cultural, y política por supuesto, es tan profunda que uno de nuestros historiadores más conspicuos, de renombre internacional, como es Tulio Halperín Donghi aseverara:
“Ya me acostumbré a la idea de que la Argentina es peronista”

No intento en estos escritos el buscar culpables dentro de nuestro partido, en cuanto a que cuando se llega a una situación así, no sólo en política si no en toda actividad humana, las acciones propias, sin ninguna duda, estuvieron teñidas de errores, de malas interpretaciones, de discursos y conductas equivocadas.
Pero para intentar cambios alguna mención, sin dar nombres, voy a hacer. Si no es mucho más difícil encontrar la senda de la recuperación del partido.
En algún acto allá por mediados de los ochenta, se dijo que había “que peronizar el radicalismo”, lamentablemente estas palabras tuvieron una fuerza incontenible. La eficiencia con que lo hicimos fue magistral.
Tan determinante fue esta “peronización” que el pueblo no nos diferenció más. Ya lo he expresado en párrafos anteriores y en otros escritos preliminares con un poco más de precisión.
Copiamos todo lo malo del peronismo, pero nada de lo bueno. Su solidaridad para con el compañero, su espíritu de cuerpo usado en pos del bien común y el bienestar general, la mano extendida para ayudar al que está pasando un mal momento, etc., etc.
Sí copiamos: el manejo autoritario del poder, el espíritu faccioso (sumado a que ellos sólo lo ejercen para afuera, contra el adversario político, no con el correligionario-compañero), el desmembrarse con sesgo movimientista para ocupar espacios en cualquier lugar con tal de estar y cobrar un sueldo, la competencia en elecciones internas donde sólo se disputan cargos sin discutir ideas, modelos o proyectos diferentes, el hacer campañas sin contenido programático no proponiéndole al votante absolutamente nada, el continuar desde el gobierno modelos económicos ultraconservadores que nos condujeron al caos, etc.
Estos errores tuvieron que ver también con la importación de ideas pseudonovedosas de las socialdemocracias europeas, imposibles de adaptar a la cultura y nivel de desarrollo humano que tenemos en la Argentina. Además de dejar de lado, por pereza o desconocimiento, ideas pergeñadas por pensadores radicales que son muchos más adaptables a nuestra idiosincrasia, y políticamente mucho más democráticas y progresistas, que las mal copiadas por algunos intelectuales y cientistas políticos que poco tienen que ver con el radicalismo. Para dar un ejemplo concreto: Yrigoyen, Sabattini, Lebensohn, Balbín e Illia ya hablaban de democracia social hace muchas décadas atrás.
No se es un genio o un gran intelectual por invertir los términos y decir socialdemocracia.
Además Yrigoyen, Illia y el mismo Alvear, transformaron a la democracia social en algo concreto, tangible, de la mano de sus acciones de gobierno y sus conductas personales. No se quedaron sólo en la declamación discursiva o vacía de contenido.
Este fenómeno de la importación de ideas muy poco aplicables a la realidad nacional y a la doctrina radical, está íntimamente relacionado con las mentes colonizadas que, en general, exhiben nuestros líderes partidarios responsables de las grandes decisiones. Éstos son poco afectos a la lectura y el estudio, sobre todo del pensamiento radical, y están alejados de la militancia al lado del pueblo. Para colmo se rodean de tecnócratas que les venden ideas de actualidad que poco tiene que ver con nuestra doctrina y, lo que es más grave aún, con nuestra forma de vida y con nuestra cultura. Este alejamiento de los problemas del hombre común los deslegitima absolutamente como dirigentes.
Los técnicos (sociólogos, politólogos, economistas, etc.) tiene que apoyar a los políticos –son muy útiles y necesarios-, pero somos nosotros los responsables de delinear el ideario partidario, así como las políticas públicas que van a incidir sobre el bienestar del ciudadano.
No estoy cerrado al advenimiento de nuevas ideas, por favor no lo interpreten así, pero éstas hay que debatirlas y ponerlas al alcance de los militantes en reuniones de comités, convenciones provinciales, nacionales; así como en los plenarios de todos los comités distritales, para seleccionar y discernir cuales se adaptan al radicalismo y cuales no.
¿Cuántos años hace que no tenemos debates de este tipo?
Un partido político sin debate es una entelequia, una organización vacía de contenido, algo que no existe, la creación de algún interés trasnochado.
Don Hipólito Yrigoyen, al que muy pocos correligionarios conocen con algo de profundidad, tenía una frase que resume, y reemplaza, cualquier delirio intelectual pseudoprogresista:

“La democracia no consiste sólo en la garantía de la libertad política; entraña a la vez la posibilidad para todos de poder alcanzar un mínimo de felicidad siquiera”

Además uno de los méritos de Don Hipólito, fue que vivió de la misma forma que actuó en política, materia en la cual los radicales posmodernos tenemos un débito importante.
Durante muchos años se alejó de la vida política y se dedicó a trabajar duramente, lo que le permitió acumular ahorros a los que acudió luego para poder hacer política sin tener que depender de ayudas corporativas. En resumen todo lo dio por la Causa, muy diferente es lo que ocurre hoy.
No existen líderes peronistas que puedan exhibir conductas similares, no hay dirigentes de esa extracción que conduzcan desde la autoridad y no desde el autoritarismo. Obligar a ir a un ciudadano a un acto público pagándole, o dándole la dádiva que sea, es un gesto de un profundo autoritarismo.
Es preferible no analizar el mismo suceso autoritario pero ligado al voto, no resiste la consideración desde ningún lugar del pensamiento democrático.
Estas eran las cosas que a simple vista nos diferenciaban del Régimen. En próximas entregas voy a hilar un poco más fino, a hacer análisis más minuciosos sobre este tema apasionante y determinante para nuestro futuro como partido.

Septiembre de 2008.