lunes, 9 de junio de 2008

Crisólogo Larralde: un político radical en quien reflejarse II

Vamos a seguir con Don Crisólogo. Con su enorme vocación de servicio, con su permanente lucha por la búsqueda de ideas que emanaban de sus sistemáticas lecturas y su caminar entre las mujeres y los hombres del pueblo. Dialogando con todos e interiorizándose de los problemas que lo aquejaban.
Para hablar de las ideas de un político no hay nada más directo que expresarlas taxativamente. Bucear en los documentos, y seleccionar de ellos, lo que uno cree que mejor representa el pensamiento vivo del tribuno.
Larralde tuvo la virtud de luchar siempre por la unidad del radicalismo. Su sufrimiento fue extremo cuando, en la Convención de Tucumán de 1956, el radicalismo irremediablemente se dividió.
Hoy, cuando sólo se habla de dólares, euros, retenciones, o si "Buenos Aires va a empezar a trabajar o no" o a quién voy a desalojar para hacer tal o cual negocio. Si nuestra Presidenta hizo compras de no sé cuantas joyas, o qué propina dejó en el país extranjero visitado; las IDEAS son escasas. Aquí algunas de las que expresaba Don Crisólogo:
En declaraciones de febrero de 1945 en Avellaneda decía:

"Estamos sufriendo aquí la peste del descreimeinto, de la falta de fe en el hombre y en la idea. Dicen que es cosa del tiempo y del mundo; de este mundo donde todo se pesa, se mide, se vende y se compra; sin excluir al hombre y a la idea"
¡Que actual! ¿no?

En Rosario, Provincia de Santa Fé, durante la campaña política de 1954, expresó:

"Los radicales no le vamos a hacer al presidente una carrera demagógica. Nosotros no estamos contra el capital. Porque el capital como acumulación de dinero no es más que acumulación de trabajo. El dinero no es más que la traducción económica del valor del trabajo. El capital es necesario para financiar la producción y desarrollarla, tanto en los países de economía estatal como Rusia, como en los de economía privada como Inglaterra, Francia, EEUU, Argentina, etc. Pero estamos contra los excesos del capital. Es como si reconociéramos que siendo bueno el alcohol es funesto el alcoholismo. Nosotros sabemos que el capital, obediente a su ley constitutiva, no busca otra cosa que la ganancia, que coloca la obtención de la utilidad por encima de la moral, que cuando puede engrosarse honestamente lo hace y cuando no, lo hace lo mismo. El capital coloca la obtención de la utilidad y del beneficio por encima de la libertad, porque si puede acumular en libertad lo hace y si no, lo hace acomodándose con las dictaduras. Lo coloca por encima de la justicia y por encima del derecho, porque cuando puede realizar sus fines de crecimiento hipertrófico dentro del derecho y al amparo de la justicia, lo hace allí, pero cuando no, lo hace a pesar de la justicia y violando las leyes del derecho.
[...] Queremos entonces una revisión del ordenamiento capitalista. [...] Queremos que las palabras "revolución social" de que ha hablado el presidente de la República, se conviertan mediante nosotros en un hecho generoso y positivo para bien de todos. Queremos hacerlo sin sangre y sin rencores, como aquí se dijo, no a favor de un partido, sí a favor de un pueblo; queremos anteponer a los privilegios económicos, el derecho del individuo, pero nada vamos a poder realizar, absolutamente nada, si primero no conseguimos el arma más importante, que es el que todas las dictaduras niegan. [...] Nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve, que hay derecho de comer por el derecho de haber nacido; que hay derecho de comer para conservar la vida; para enoblecerla con los actos de cada mañana y de cada tarde, pero no vivimos para comer, precisamente, sino a la inversa. No pensamos en la libertad como el marxismo, ni como el facismo, ni como el peronismo. Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios".

En 1945 en Avellaneda hablando de los "Antecedentes de la política social Argentina" expresaba:
"[...] De la labor de la Secretaría de Trabajo y Previsión no quedarán sino discursos, porque el bienestar de la clase trabajadora, la democracia económica no podrá fundarse sino sobre la base de un profundo estudio de la realidad nacional, que aún no se ha hecho.
[...] Para finalizar, afirmamos que debe ser devuelta su libertad a la clase trabajadora y reintegrada su representación a los sindicatos auténticos creados por ella misma y no por la dictadura. Yrigoyen no creó una organización sindical gubernista, para servir ambiciones personales; muy por el contrario, estimuló la agremiación y la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), que en el año 1915 tenía en su seno 51 sindicatos con 20.521 cotizaciones - Nota del autor: afiliaciones-, llegó en diciembre de 1920 a contar con 734 sindicatos y 700mil cotizaciones."