miércoles, 16 de julio de 2008

La Unión Cívica Radical y su futuro político

La Unión Cívica Radical y su futuro político.

Producido por Marcelo L. Tassara

Breve reseña histórica.

La creación de la UCR en la última parte del siglo XIX tuvo que ver con una crisis parecida a la actual, a grandes rasgos excesos en la emisión de moneda llevaron al país a una pésima situación socio- económica. A esto se sumaba una gran corruptela del gobierno de turno que, encabezado por Juárez Celman, había roto con las reglas éticas que toda dirigencia debe exhibir ante la sociedad.

Hombres como Leandro N. Alem, Hipólito Yrigoyen, Aristóbulo del Valle, José M. de Estrada tal vez no pensaran ideológicamente de la misma forma, pero tenían valores que hoy escasean en la gran mayoría de nuestra dirigencia. Estos hombres tuvieron la voluntad, la inteligencia, el talento y la decisión de crear algo nuevo, algo que, aunque luego muchos claudicaron, dos décadas y media después logró llegar al poder máximo de la Nación para producir un cambio sustancial en la política nacional.

Ellos lograron por primera vez que un gobierno elegido por el pueblo (palabra que tenemos que volver a usarla porque es mucho más representativa que la palabra gente), a través del voto secreto, obligatorio y universal; signara los destinos de la República.

Diagnóstico de la situación actual.

Luego de la infructuosa caída, por llamarla de alguna manera, del gobierno de De la Rúa, el panorama político que tenemos que afrontar los radicales es de una negrura muy profunda, casi sepulcral. Es la segunda vez, desde que se reinstauró la democracia en el año 1983, que un gobierno radical tiene que dejar el poder antes de vencido el período que la Constitución lo habilita para ejercerlo.

El gobierno que espiró el 20 de diciembre pasado, poco tuvo que ver con la concepción histórica, ideológica y filosófica para lo que fue creada la UCR. El nuestro es un partido antropocéntrico, humanístico, dónde, redundando para ser bien elocuente, el hombre es el destinatario central de nuestra acción política.

Mucha gente, en su desconocimiento, dice que las doctrinas peronistas y radical son parecidas, puede ser que algunas visiones que tienen que ver con lo social, hagan que superficialmente lo parezcan. Pero haciendo un análisis un poco más profundo, y si queremos salvar al partido vamos a tener que pensar muy profundamente, se acabó el pensamiento "liviano" en los difícilísimos tiempos que vivimos; poco tienen que ver la una con la otra.
A nuestro partido lo comenzaron a nutrir ideológicamente dos profesores de filosofía como fueron Alem e Yrigoyen, el primero desde su pensamiento kantiano de firmes valores éticos y morales, el segundo desde el krausismo con valores similares dónde por ejemplo la educación era un valor superior a llevar adelante como política de Estado, como factor de superación y movilidad social. ¡Que lejos estamos hoy de esta premisa fundamental!, ya ni siquiera desde lo ético o moral, sino desde el más crudo pragmatismo, porque todos sabemos que los países desarrollados, sin excepción, apostaron a la educación para seguir el rumbo correcto hacia el desarrollo.

Mientras que el peronismo siempre fue un partido con bases filosóficas hegelianas dónde el Estado está por sobre todo, si queremos un ejemplo claro de esto leamos o escuchemos cualquier discurso de un dirigente peronista o un sindicalista de la CGT, dónde vamos a escuchar decir: "primero la patria, segundo el movimiento y por último los hombres ". Nosotros los radicales, aunque lo tenemos muy olvidado, pensamos que la patria tiene fundamentalmente que ver con el bienestar de los seres humanos que la habitan, si esos hombres, mujeres y niños no tiene ni siquiera sus necesidades básicas satisfechas, la patria es sólo mera geografía.
La famosa frase de Yrigoyen al Presidente Hoover ”Los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos son sagrados para los pueblos”, resume muy bien nuestra filosofía política.

Si desde una función de gobierno no podemos mejorarle la calidad de vida a nuestro pueblo, en nada nos diferenciamos de un gobierno conservador. Un primer ministro inglés dijo por allá a fines del siglo XIX que, "un gobierno conservador no es nada más que una hipocresía organizada".

Este partido hoy con serias posibilidades de extinguirse, fue la única expresión de un liberalismo en serio en la Argentina. Que quede bien claro, estoy hablando de liberalismo y no de conservadurismo, ya que de esto sí tenemos innumerables expresiones políticas en nuestro país, el peronismo entre ellas. El liberalismo como expresión progresista, de defensa de las libertades públicas, la igualdad ante la justicia, la redistribución del ingreso y el intervensionismo estatal (que no es lo mismo que ser estatista) para que pueda existir una real libertad de mercados, que en serio promueva la competencia y no el reinado de los monopolios y oligopolios.

En una palabra el Estado al servicio del Hombre y no como un instrumento de coacción del poder económico para esquilmar al pueblo. El Estado moderno, en los países democráticos, fue pensado como una herramienta para la defensa y protección del ciudadano ante el poder corporativo. Esa fue la concepción política histórica del radicalismo, el Estado para enaltecer la condición humana, no para denigrarla.
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Lamentablemente ese conservadurismo está fuertemente instalado en las entrañas más profundas de nuestro partido, hecho que lo ha hecho perder no sólo caudal electoral, sino poder social. No tenemos, o hemos rifado, el verdadero poder que tiene un partido político que es la fuerte adhesión de ciertos sectores de la sociedad. La clase media que históricamente apoyó al radicalismo hoy nos detesta profundamente.

Ese conservadorismo ha inmovilizado a las estructuras del partido y ha destruido el espíritu militante de su gente. Para qué ir a un comité, o a un plenario, o a las reuniones de la convención del partido en cualquiera de las circunscripciones; si hay un discurso único. Hay que apoyar incondicionalmente, los grandes dirigentes tienen la verdad, no hay nada que discutir, hay una única verdad, se acabaron las ideologías, los hombres no piensan más, hay que ajustar, ajustar y ajustar. Así estamos vaciados de ideas y fuertemente cuestionados por todos los sectores de la sociedad. La reconstrucción será difícil y de algo tenemos que estar seguros, lo que nosotros no hagamos, lo que no evolucionemos, alguien lo va a hacer. Y si ese alguien tiene llegada a la sociedad será nuestro natural reemplazo.

Este es un partido cuya vida ocupó más de la mitad de la historia de la Nación, fue un partido revolucionario que produjo cambios fundamentales en nuestra vida política; ocupamos seis veces la Presidencia de la Nación, nuestros pensadores nutrieron con ideas de lujo los documentos, leyes, decretos o doctrinas políticas que rigen los destinos de la República. Hoy estamos reducidos a una fuerza anémica, sin prestigio, sin rumbo y sin ideas.

Los intelectuales, políticos, profesionales y militantes que otrora nutrieron al partido de sentido social, humano, político e intelectual fueron de la más alta erudición y honorabilidad. Tenían un profundo sentido republicano, lo que se traducía en la acción a través de una vocación de servicio que conducía inexorablemente a la obtención del bien común. En los días que corren este rumbo se ha desviado y el único bien a dónde se apunta es al bien personal, por supuesto que con un montón de excepciones que son las que, de alguna forma, sostienen lo poco que queda de partido y de sistema democrático.

Alguna vez los radicales tuvimos como rumbo a seguir, ya reinstaurada la democracia, algo así como lo que nuestros pensadores definieron como la "ética de la solidaridad", que tal vez visto desde el pragmatismo imperante parezca una utopía y hasta una ingenuidad superlativa, ¿pero hoy cuál es nuestra línea de acción política?, ¿para qué hacemos política?, ¿cual es la razón por la cual tenemos que seguir existiendo?, ¿qué le podemos ofrecer a la sociedad?. Esto es fundamental tenerlo muy claro, no existe partido que gobierne o haya gobernado bien en el mundo que no tenga en claro cuál es su ideología, hacia dónde quiere ir, cuál es su meta. Con esto no quiero decir que lo ideológico no sea dinámico y que los partidos tengan que modernizarse, pero si no hay una noción clara de cuál es el rumbo, pasan las cosas que pasaron.

Es común escuchar en esta última década y media que, de la mano de los ideólogos neoconservadores (observar que digo ideólogos), se dice que se acabaron las ideologías y significativamente hablan del "último hombre". Decir que las ideologías se terminaron es como decir que el hombre no piensa más, es condenarlo a vivir cohesionado por las leyes del mercado, es volver al “estado de naturaleza”, a la ley de la selva, al hombre de las cavernas, a tirar por la borda más de dos siglos de luchas sociales. Es un insulto a la inteligencia humana.

Para nosotros es como decir que Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Larralde, Illia, sólo por nombrar a algunos, eran unos estúpidos que se deliraron trabajando por lograr el desarrollo humano del pueblo.
Una de las causas fundamentales de las cosas que ocurrieron tienen que ver con el reduccionismo intelectual que sufrió nuestro partido a partir de su conservadorización, hay dirigentes que leyeron sólo los títulos de algunos libros y dijeron que se habían acabado las ideologías, que todo tenía que ser lineal y la política sólo sirve para administrar, ni siquiera eso pudimos hacer bien, el presupuesto del Estado y que sus cuentas estén en equilibrio.

Gobernar es muchísimo más complejo que administrar (esto lo puede hacer cualquier experimentado y eficiente contador), para gobernar bien se necesita por lo menos algo parecido a un estadista . Un estadista tiene que saber de economía, sociología, derecho, psicología, gerenciamiento gubernamental, cultura, educación y otros tantos saberes que lo hagan tener la capacidad de análisis, el pensamiento estratégico correcto y la capacidad de tomar decisiones que conduzcan al país hacia rumbos de grandeza.. Además tiene que tener un equipo de excelencia que lo acompañe, no que lo siga, con la suficiente capacidad de crítica como para señalarle en qué se puede equivocar y cuál es el camino. De más está decir que este señor estadista entre tantas virtudes hay una que no puede dejar de tener, tiene que ser un gran escuchador, hemos hablado mucho y escuchado poco los radicales en los últimos tiempos..

Este hombre que parece difícil de encontrar en el universo político argentino actual, lo tienen países como Brasil, Chile y Uruguay por nombrar algunos de los más cercanos. Nuestro partido produjo algunos de estos hombres, Yrigoyen e Illia son un ejemplo elocuente, pero esa aparición no es sólo consecuencia de un hecho fortuito o de generación espontánea; el tener un estadista es la consecuencia de trabajar en la dirección correcta durante muchos años. Es tener un sistema de selección eficiente de los candidatos y funcionarios que van a ocupar los diferentes cargos, ya sea a nivel municipal, provincial o nacional.

Se necesita todo un partido en sintonía para lograr tener un gran director de orquesta, no se puede inventar o improvisar. En esta carencia también está la mano de los que conservadorizaron la Unión Cívica Radical. Dice Kurt Lenk en su libro "El concepto de la Ideología" : "Muy pocos espíritus libres pueden soportar la verdad; para la masa, en cambio, son indispensables el mito y la mentira consoladora", este camino expresado en esta corta frase es el que recorrimos en estos últimos años.

Se subió al más alto peldaño de la política nacional, sin un programa de gobierno, sin plan económico, sin equipos, si los hubo en algún área fueron pocos, que supieran mínimamente cuál era el rumbo a seguir, qué era lo que había que hacer, se improvisó todo, la irresponsabilidad fue el signo de nuestro gobierno. El fin de esta improvisación fue Cavallo Ministro de Economía, así nos fue..

El llegar al poder fue un fin en sí mismo; después gobernar de alguna forma lo íbamos a hacer, somos demasiados capaces los radicales como para no sortear tamaña pavada.

Para evitar que, si alguna vez volvemos a ser gobierno, ocurra esto de nuevo tenemos que producir un cambio profundo de nuestra concepción política y reformas estructurales dentro del partido. Este cambio es muy difícil hacerlo por qué va a necesitar de renunciamientos y grandezas que, creo, ninguno de los que tuvieron responsabilidad directa en el mal rumbo seguido vayan a asumir. Pero alguien tiene que por lo menos decirlo. Algo sí está claro, si el cambio no se produce será muy difícil salir del coma cuatro en que está sumida la UCR. Seremos un partidito de entre el 5 y el 10% de los votos, sin destino y sin poder de decisión sobre la historia a venir.

Algunas propuestas para el cambio.

I) Participación

Como primera acción hay que organizar foros de debates para escuchar a los militantes de base , de dónde salgan ideas originales para ver hacia dónde puede estar el cambio.


II) Autocrítica

Está claro que para refundar el partido hacen falta mucho coraje y honestidad intelectual para asumir culpas; y mucho talento e inteligencia para reinterpretar a la sociedad, y pensar en como se cierran las heridas que abrimos en la trama social, y cuál es la nueva propuesta.
Los maquillajes ya sabemos que son irreproducibles y obsoletos, la sociedad se cansó de los gatopardismos, y un intento de volver a recrearlos es el suicidio político definitivo.

III) Reempadronamiento

Luego de producido este diagnóstico, hay que reempadronar en todo el país, saber exactamente con que contamos realmente, cuantos y quienes somos en cada distrito.

IV) Actualización doctrinaria

Como paso siguiente hay que volver a discutir nuestra doctrina, que somos los radicales, para qué nuestra acción política, en dónde estamos parados en lo cultural, en lo científico, en lo educativo, en lo social, en lo económico, etc..

V) Contenidos de campaña

Hay que determinar si tienen sentido seguir existiendo, si tenemos una propuesta seria para la sociedad, del porqué la gente tiene que votarnos, qué le vamos a cambiar si algún día volvemos al gobierno. Ya no hay espacios para esloganes vacíos y marketineros, eso es, por suerte, tiempo pasado y muy triste, hoy tenemos que volver a ser serios y trabajar duramente en propuestas viables; tenemos la casi imposible misión de volver a ser creíbles.
Vamos tener que decirle al pueblo argentino que no sólo podemos volver a ser una opción electoral, sino un instrumento genuino, para que ese pueblo pueda tener expectativa de una vida más digna, de volver a tener futuro.

Si no podemos llegar a estas definiciones conceptuales básicas no vale la pena seguir adelante, no hay destino posible, sólo seremos una entelequia con pretensiones electorales.

Para ser muy pragmáticos, la lupa con que el electorado visualizará a cada uno de los candidatos y propuestas de cada partido en las próximas elecciones será gigante, sino cambiamos sustancialmente sólo tendremos eso, pretensiones electorales.

VI) Criterios de idoneidad

Una vez de hecha esta enorme tarea, que llevará mucho tiempo, de ver cuantos somos, que es lo que queremos, que proponemos y cómo lograrlo; hay que formar los cuadros para que se pueda bien gobernar el día que se vuelva a tener la oportunidad. El partido va a tener que tener un ámbito de formación de esos cuadros, que no sólo tiene que servir para la formación, sino para la selección de los más capacitados para ejercer tareas de gobierno.

VII) Planificación

Además de ese ámbito tendrán que salir los programas de gobierno y los proyectos para hacer que este país vuelva a tener un destino.

El último gobernante que tuvo un plan integral fue Arturo Illia, han pasado treinta y nueve años y nadie a trabajado en serio en un proyecto de esta dimensión, creo que un comentario al respecto es de tanto obviedad que es preferible no hacerlo.

VIII) Buscar un nuevo sistema para la elección de candidatos

La última misión que tendremos que asumir es el cambio del sistema en la elección de los candidatos para cargos electivos y partidarios, las soluciones son muchas y variadas, pero hay que elegir alguna que asegure la renovación de los dirigentes también sin gatopardismos, la enorme lupa de la sociedad lo detectaría inmediatamente.

Si los radicales podemos hacer estos cambios en medio de esta profunda crisis que vivimos, las crisis siempre son una oportunidad, podremos con el tiempo volver a ser una opción de transformación social, de que los argentinos podamos volver a tener una esperanza de un destino más promisorio.

Si no podemos, tal vez sólo nos transformemos en esa frase que marcó una forma de comunicarnos en la noche negra de la dictadura más cruel que vivió nuestra sociedad. Espero que esas tres palabras, con que se concluía, como saludo para identificarnos, las pocas solicitadas que los radicales pudimos publicar en la prensa de esa época; no se conviertan en algo definitivo en la historia argentina, Un Cálido Recuerdo.

Marzo de 2002.